Llegó al poder en 1997 prometiendo transparencia y "pureza" absoluta en la vida política, pero Tony Blair se convirtió ayer en el primer ministro británico en ejercicio interrogado por la policía. Los agentes que investigan el supuesto canje de cargos y títulos a cambio de donaciones al Partido Laborista se presentaron en la residencia oficial de Downing Street por la mañana.

Durante dos horas, Blair respondió a las preguntas de los detectives, aunque no lo hizo en calidad de sospechoso, sino de testigo, y "no estuvo acompañado por un abogado", según ha declarado un portavoz oficial. Estas circunstancias implican que Blair, de momento, no será inculpado a resultas de las indagaciones iniciadas por Scotland Yard en marzo de este año.

El jefe del Gobierno explicó a la policía las razones por las que había nominado a cuatro hombres de negocios, benefactores del Partido Laborista, para escaños en la Cámara de los Lores. Blair insistió en que los donativos al partido no suponían recibir honores a cambio. "El primer ministro explicó por qué había nominado a cada uno de los individuos, algo que hizo como líder del partido, con respecto a los escaños reservados para los simpatizantes del partido, al igual que hacen otros líderes", declaró el portavoz.

"Los honores --añadió el portavoz-- no fueron, por lo tanto, por servicios públicos, sino expresamente por servicios al partido". "El hecho de que hayan apoyado al partido financieramente no puede concebirse como una barrera para su nominación", añadió la misma fuente.

Los cuatro hombres en el punto de mira son Barry Townsley, un inversor en bolsa; Chai Patel, director ejecutivo de las clínicas Priory; Sir David Garrand, promotor inmobiliario, y Sir Gulam Noon, que tiene un imperio de comida india. Entre los cuatro pueden haber concedido al Partido Laborista 6,7 millones de euros en préstamos secretos antes de las elecciones generales del pasado año para financiar la campaña política.