"Se ha terminado el yugo del fusil". El gobernador del estado de Río de Janeiro, Sérgio Cabral, ha calificado de histórica la ocupación por parte de centenares de policías y blindados de la Infantería de Marina, de la Rocinha, la favela más importante de la ciudad, donde viven unas 100.000 personas. Se trata de la acción más anunciada por las fuerzas de seguridad en el marco de la polémica política de pacificación de los barrios marginales que estaban bajo control de las bandas de delincuentes.

Todo ha comenzado en la madrugada del domingo, momento en que la policía también ha hecho acto de presencia en la favela vecina de Vidigal. "En una acción como esta, alguien pierde y alguien gana. Es el narcotráfico el que ha perdido", ha manifestado Cabral. Todos los accesos de la favela chic, como suelen llamar a ese territorio de la zona sur, cerca de San Conrado, Leblon e Ipanema, han quedado cerrados desde el sábado por la noche sin que las fuerzas de seguridad apenas hayan encontrado resistencia.

La llamada operación Choque de Paz ha estado encabezada por el Batallón de Operaciones Especiales (Bope) y ha permitido ocupar una importante cantidad de armas. Los habitantes de esa ciudadela ubicada en uno de los cerros con mejor vista al mar, ya estaban avisados. Más de uno ha debido despertarse por el vuelo de los helicópteros sobre sus cabezas. Al parecer, no se han escuchado disparos.

Tres días antes de que los hombres del Bope entraran en Rocinha ya habían capturado a Antonio Bonfim Lopes, alias Nem, el hombre que manejaba el negocio de las drogas, y que intentó salir de la zona escondido en el maletero de un automóvil que conducía un secuaz que se hizo pasar por el cónsul honorario de un país africano. La captura de Nem corrió peligro debido a la complicidad de un grupo de policías con el líder narco.

El año pasado, las fuerzas de seguridad intensificaron su presencia en el Complejo del Alemán, uno de los focos más problemáticos de Río de Janeiro, en la zona noroeste. "Hace cinco meses tuve una reunión con la presidenta Dilma Rousseff para pedirle que permanezca más tiempo en el Complejo del Alemán. Por ese motivo conseguimos avanzar en esta operación en Rocinha y Vidigal", ha explicado el gobernador.

Ascender a la Rocinha no es una tarea sencilla. Sus estrechas y empinadas calles son difíciles para todos. Muy pocos coches pueden transitarla. El 32% de sus accesos son callejones por los que solo pueden transitar las personas. Apenas el 30% de los moradores reciben a esa altura una simple carta. De acuerdo con la prensa carioca, el narcotráfico ha intentado dificultar la llegada de los policías echando aceite en las calles.

A partir de ahora, la Rocinha tendrá una suerte de nueva autoridad paralela: la Unidad de Policía Pacificadora (UPP). La reconquista territorial por parte del Estado de espacios urbanos en los que su presencia era débil no es ajena a la necesidad de convertir a Río de Janeiro, sede del Mundial de fútbol del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016, en una ciudad más segura.