Eran poco antes de las tres de la madrugada del domingo cuando un hombre armado entró en la casa donde una decena de jóvenes de entre 16 y 21 años celebraban una fiesta en Crandon (Wisconsin). El individuo abrió fuego y mató a seis de los chicos en esta pequeña y apacible ciudad de 2.000 habitantes al noreste de Wisconsin, en la frontera con Canadá, que ayer vivió una de sus peores pesadillas.

La tragedia no tuvo esta vez como escenario un instituto como el de Columbine o el campus de una universidad como Virginia Tech, sino un domicilio privado. Ni el asesino era un estudiante. En esta ocasión, el asesino era un oficial de la oficina del sheriff del condado de Forest que estaba fuera de servicio.

Según la radio local WTMJ, su nombre era Tyler Peterson y murió en un tiroteo con la policía después de la matanza. "Ha sido un día muy trágico que ha afectado a todas las familias de esta comunidad", afirmó el supervisor del condado, Tom Vollmar. La calle donde ocurrió la tragedia está a solo dos manzanas de la comisaría del pueblo, desde donde el jefe de policía, Jonh Dennee, declaró: "Ya no estamos buscando a nadie más". Por su parte, el alcalde Gary Bradley no quiso comentar nada de la investigación. "Debemos pasar por esto juntos y ser fuertes. Somos una comunidad muy unida. Esta es una situación muy difícil, pero sobreviviremos", aseguró.

SIN PISTAS DEL MOTIVO De momento, no ha trascendido ninguna información sobre lo ocurrido antes del tiroteo, ni si hubo alguna discusión entre los chicos y el asesino o el móvil de este último. La policía acordonó la zona y varios sacerdotes y psicólogos acudieron a reconfortar a los familiares. Fuentes del FBI informaron que en el 2006 hubo en EEUU más de 1,4 millones de actos violentos.