Gobernador de California y actor

He dicho con frecuencia que las dos personas que han ejercido una influencia más profunda en mi pensamiento económico son Milton Friedman y Adam Smith. En Navidad, a veces fastidio a algunos de mis amigos más progresistas de Hollywood regalándoles el libro clásico de economía de Friedman, Libertad para elegir. Lo que he aprendido de Friedman y Smith es una lección que ningún líder político debería olvidar jamás: cuando el pesado puño del Gobierno deviene demasiado autoritario e intervencionista, ahoga el ilimitado proceso de creación de riqueza de un pueblo libre que opera bajo un sistema de libre empresa.

Y ésta es la esencia de la crisis económica y fiscal que actualmente afronta el estado de California. Durante los últimos cinco años, nuestro presupuesto estatal ha crecido aproximadamente el triple que el ritmo de la inflación. El peso de nuestra deuda ha crecido más que en los otros 49 estados juntos. Las gravosas regulaciones que imponemos sobre los derechos de propiedad y las empresas ha hecho que el coste de hacer negocios en California sea como mínimo el doble que en los estados vecinos. Nuestros tipos impositivos están entre los más altos de la nación.

INMIGRACION

En Sacramento, el gobernador Gray Davis creó una cultura contraproducente, en la que los negocios y los emprendedores que se atrevían a hacer beneficios eran tratados como si fueran enemigos. Decían que querían crear empleos, pero se ha hecho todo lo posible para ahuyentar a los creadores de empleo. Gracias a las políticas económicas de esa Administración, por primera vez en la historia de California son más las personas nacidas en EEUU que están abandonando este estado que las que se están trasladando aquí.

California, el Estado Dorado, no siempre ha sido así. Cuando vine a vivir a California como inmigrante sin dinero procedente de Austria y pasando una temporada bastante mala con el inglés, era la tierra prometida para todo el que quisiera trabajar duro para abrirse camino en la vida. Afortunadamente, en este gran estado mis sueños se hicieron realidad. Llegué a ser Míster Universo; he llegado a ser un hombre de negocios de éxito. Y aunque hay quien dice que sigo hablando con un ligero acento, he llegado a la cima en la profesión de actor.

Para inmigrantes como yo, California es el símbolo contemporáneo del crisol estadounidense en acción. La combinación de la rica diversidad del talento de los inmigrantes de todo el mundo y el crecimiento del poder creativo de California hicieron que nos convirtiésemos en la capital mundial de la alta tecnología, del comercio internacional y, por supuesto, del entretenimiento. Hasta hace poco se solía decir que, según funcionase California, así funcionaría el país. Si siguiese cumpliéndose esta máxima, acabaríamos todos en la miseria.

¿California puede recuperar sus días de gloria? Confío en que sí; en que volverá a ser la envidia de la nación y del mundo. Creo en ello, aunque hoy nos enfrentamos en California a la peor crisis económica y financiera desde la Gran Depresión. Se ha llevado a nuestro estado de un superávit de 12.000 millones de dólares a un agujero presupuestario de 38.000 millones de dólares.

Así pues, ¸cómo puedo ser optimista respecto de California en vista de esta evolución tan poco prometedora? Lo soy porque la culpa de nuestros problemas económicos no es de nuestro pueblo, sino de los políticos que ha tenido.

Recientemente, el Cato Institute calificó a Davis como el segundo peor gobernador de EEUU. Su gobernador adjunto, Cruz Bustamante, aspiraba a sucederlo ofreciendo a los californianos Gray Davis 2, recaudando varios miles de millones de dólares más de impuestos entre los individuos y las empresas de California con ingresos elevados. Con esa interminable letanía me recuerdan a los androides con los que luché en las películas de Terminator , que no paraban de volver a la vida por más que les tirase a matar.

Mi plan para rescatar la economía en California se basa en los valores opuestos: quiero reducir drásticamente el coste de hacer negocios en California; quiero aligerar las regulaciones que estrangulan el crecimiento económico; quiero bajar los impuestos hasta niveles competitivos con nuestros estados vecinos. Quiero que dentro de tres años los grupos empresariales pregonen que California vuelve a ser uno de los mejores lugares del país para hacer negocios.

Para lograrlo, creo que hay cuatro conjuntos de políticas que son vitales y urgentes.

PRESION FISCAL

En primer lugar, respecto a los impuestos, no sólo creo que en California no deberíamos subir los tipos impositivos a nadie, sino que tenemos que reducir los impuestos que impidan que nuestro estado sea competitivo. Me casé con una Kennedy y siempre he creído que el presidente John F. Kennedy tenía toda la razón cuando, en 1962, dijo que "cuando los impuestos son demasiado altos, nunca habrá suficiente empleo o suficientes ingresos para equilibrar el presupuesto". El sistema fiscal californiano, como me comentó hace poco Arthur Laffer, parece diseñado para hacer más pobres a los ricos de California, no para hacer más ricos a los pobres. Mediante la reestructuración de nuestro sistema impositivo, estoy convencido de que podremos crear más empresas y empleos, y que ésta es la mejor manera de reequilibrar el presupuesto.

El presupuesto del estado de California no debería crecer con mayor rapidez que el presupuesto de las familias californianas. Necesitamos que se promulgue una ley de limitación del gasto público a través de una reforma constitucional que ponga un tope al crecimiento del presupuesto estatal. California no tiene un problema fiscal, tiene un problema de gasto. También crearé ahorro a partir de las agencias gubernamentales anacrónicas e ineficaces. Ha llegado el momento de vivir según la norma básica de comportamiento en los buenos negocios: no puedes gastar el dinero que no tienes.

Además, el sistema de remuneración de los trabajadores necesita una revisión. Cuando he preguntado a los empresarios de todo el estado qué es lo que está constriñendo su capacidad para expandirse aquí, ellos citan los elevados impuestos y los insoportables costes salariales. En California, las empresas pagan unas indemnizaciones a los trabajadores que son más del doble que en otros estados.

EDUCACION

Soy un fanático de la reforma escolar. Para atraer a las empresas de nivel mundial del siglo XXI necesitamos un sistema educativo de nivel mundial. Mantendré el programa estatal de pruebas, daré autoridad a las escuelas, y el gasto redundará más en los estudiantes, los padres y los contribuyentes locales, aunque para ello tenga que quitárselo a los burócratas de Sacramento. Puesto que las escuelas están dando sistemáticamente resultados por debajo de lo esperado, ampliaremos las opciones de elección para los padres e impondremos disposiciones de elección de escuela pública en la ley federal No Child Left Behind (Ningún niño rezagado).

Nuestro estado volverá a prosperar cuando en California nos comprometamos en la libertad para elegir en la economía. Ello significa eliminar, uno a uno, los innumerables obstáculos que nos impiden crecer: impuestos excesivos, regulaciones y déficit provocado por el gasto. Si lo hacemos, California volverá a resplandecer como el Estado Dorado.

G The Wall Street Journal. 2003. Dow Jones & Company, Inc. Todos los derechos reservados. Traductor: X. Nerín.