La presencia del general de brigada Geoffrey Miller, primero en la base de Guantánamo y después en la prisión iraquí de Abú Graib, hace sospechar a los observadores que las órdenes de endurecer los interrogatorios en Irak procedían de lo más alto. La general Janis Karpinski, que dirigía Abú Graib, aseguró que el traspaso de los interrogatorios a los espías militares le fue impuesto.

Según reveló en mayo del 2004 The Washington Post, en noviembre del 2003 se diseñó un duro plan de interrogatorio, que incluía aterrorizar al detenido con perros, privación de sueño y reclusión desnudo.