Un símil futbolístico ha servido a los politólogos italianos para describir la precaria estabilidad del Gobierno de Silvio Berlusconi tras su ruptura con el que fuera su aliado hasta el jueves, Gianfranco Fini. "Berlusconi se ha marcado un gol en propia puerta", resumía ayer Giacomo Marramao, profesor de filosofía política de la Universidad de Florencia. Este y otros expertos no descartan la posibilidad de que se anticipen las elecciones que, de agotarse la legislatura, están previstas para el 2013. Lo que ya no parece tener vuelta atrás es un resto de legislatura en minoría y con controvertidas leyes pendientes de aprobación.

Los cofundadores del partido Pueblo de la Libertad (PdL), que hasta ahora sustentaba las mayorías del Gobierno conservador, han formalizado su divorcio esta semana después de que Fini lanzara duras y profundas críticas a la gestión de Berlusconi. Il Cavaliere lo expulsó de la formación el jueves y, solo un día después, Fini ya había constituido otra formación --Futuro y Libertad para Italia-- con los 35 diputados y 12 senadores que dejaron el partido. Fini, no obstante, continuará presidiendo el Congreso.

DECISION UNILATERAL Diversos medios de comunicación italianos destacaban ayer el alto precio que podría pagar el primer ministro por adoptar la decisión de romper con su aliado de forma unilateral. "Las cifras parecen dar la razón a Fini y el error a Berlusconi", escribía ayer el editorialista del Corriere della Sera, Angelo Panebianco.

Il Cavaliere corre el riesgo de encontrarse en serias dificultades para aprobar proyectos de ley que, en algunas ocasiones, le afectan directamente. Es el caso de las reformas judiciales que le eximirían de someterse al proceso judicial por las causas que tiene abiertas, así como la controvertida limitación de las escuchas telefónicas.

Incluso el periódico de la familia Berlusconi, Il Giornale, reconociera ayer que el jefe del Gobierno italiano corre "riesgo", con más razón si Fini fuera apoyado por el presidente de la República, Giorgio Napolitano.