Contra pronóstico de muchos analistas, Jaroslaw Kaczynski se levantó tras el duro varapalo de la muerte de su gemelo, Lech Kaczynski, presidente de Polonia, en el accidente de avión que el pasado abril decapitó la cúpula política, económica e intelectual del país. Se levantó, enarboló la bandera del patriotismo y se presentó a las elecciones para continuar la "misión" de su hermano. Tras una ajustada victoria de su oponente, el liberal Bronislaw Komorowski en la primera vuelta celebrada el 20 de junio (41%), el conservador católico Kaczynski (36%) intentará mañana dar la vuelta a la situación en una jornada de final abierto porque no hay un claro favorito.

De hecho, si hasta ahora los sondeos daban la victoria al liberal, ayer, día de cierre de campaña, el diario Rzeszpospolita situaba a Kaczynski como ganador virtual con un 49% de los votos. Los analistas atribuyen esta remontada al debate televisivo de los candidatos el pasado miércoles y en el que --coinciden-- el conservador resultó ganador.

Al no lograr la mayoría absoluta en la primera vuelta, ambos candidatos se han dedicado a cortejar a los votantes de izquierda, cuyo líder, Grzegorz Napieralski, fue el tercero más votado en la primera ronda. Junto con el electorado de izquierdas, los dos millones de indecisos serán decisivos para ver quién presidirá Polonia los próximos cinco años. Con un origen político similar, los candidatos tienen una forma de hacer política muy distinta.