Dos opciones para dos Polonias. Unos 30 millones de polacos vuelven hoy a las urnas para decidir si quieren que su futuro presidente sea el liberal Bronislaw Komorowski, del partido del Gobierno Plataforma Cívica, o el ultraconservador presidente del partido Ley y Justicia y exprimer ministro, Jaroslaw Kaczynski. El primero, favorito en las encuestas tras su insuficiente victoria en la primera vuelta, representa a la nueva Polonia de clase media, conservadora pero de talante aperturista, mientras el segundo personifica el ultracatolicismo y el nacionalismo desbordados de una parte del país.

La historia reciente de Polonia ha demostrado que su sociedad actual se corresponde más con lo primero que con lo segundo y hasta hace unos meses nadie ponía en duda que las elecciones presidenciales serían un mero trámite para que los liberales, que ya gobiernan con el primer ministro Donald Tusk a la cabeza, ocuparan también la jefatura de Estado. Pero cuando parecía que el avance de esa nueva Polonia liberal y europeísta era imparable, la muerte del presidente Lech Kaczynski, junto a 95 personas en un accidente aéreo el pasado abril supuso un nuevo frenazo en seco para una sociedad que lleva años debatiéndose entre la modernidad y el conservadurismo.

La tragedia impuso la convocatoria de elecciones anticipadas, entre la conmoción de la mayoría de polacos, que se refugiaron en las iglesias. El hasta entonces impopular gemelo del presidente fallecido logró revivir la pasión nacionalista, sacar partido del sentimiento de simpatía tras la muerte de su hermano y recuperar la confianza de los polacos más conservadores.

MAYORIA CATOLICA Para Jaroslaw se pide el voto hasta en las iglesias, un ámbito de campaña tradicional en un país en el que más del 95% de la población es católica y cerca del 60% es practicante a diario. Además, desde la tragedia de Smolensk, la afluencia a las misas diarias en todo el país se ha intensificado.

En principio la religión no tendría por qué jugar contra un Komorowski, también conservador y católico moderado, pero entre los votantes potenciales de Kaczynski --jubilados, campesinos y personas con bajo poder adquisitivo-- el liberalismo, tan inevitablemente unido al capitalismo, va directamente asociado al ateísmo. Los liberales tienen esa batalla perdida. Pero, por otro lado, que la mayoría de la población sea católica no significa que sea también ultracatólica, y es entre esos católicos moderados, normalmente residentes en los centros urbanos, entre los que el candidato liberal tiene su gran baza.

El campo es terreno de Kaczynski y habrá que ver qué papel juega en esta segunda vuelta electoral. En la primera, el voto rural fue menor de lo habitual, ya que muchas zonas seguían afectadas tras las graves inundaciones que el país sufrió en mayo y que dejaron 24 muertos y millones de euros en daños. De nuevo una catástrofe, terreno perfecto para agitar el populismo. Es en estos sectores donde mejor le funciona a Jaroslaw la técnica de agitar el fantasma del liberalismo, con su amenaza de privatizaciones de la sanidad pública, y el sentimiento nacionalista más rancio unido al victimismo de pueblo azotado por las desgracias. Los tics de la Polonia comunista aún dormitan bajo todas estas exaltaciones.

Hoy podría decirse, por tanto, que ha llegado la hora de la verdad entre las dos Polonias que pujan por sobresalir en el país desde hace años. Al menos las dos que votan en las elecciones. No hay que olvidar que la participación en los comicios no suele llegar ni al 50%, lo que se suele achacar a una falta de confianza en los políticos también heredada de su historia reciente. Además, hace tiempo que la izquierda polaca no tiene ningún representante carismático, lo que desmoviliza a cualquier votante alejado del centroderecha, en el que empieza el espectro político polaco. Precisamente hoy serán decisivos los votos de ese 13% de votantes que apoyaron en la primera vuelta al candidato de la Alianza Democrática de Izquierdas, Grzegorz Napieralski. Sin sus votos, Komorowski podría darse de bruces con la simpatía populista de Kaczynski que ya sabe lo que es ir perdiendo en las encuestas y ganar en el esprint final. Moderado como nunca, Jaroslaw ha llegado a prometer durante la campaña que si gana, renunciará a la presidencia de su partido e incluso a la militancia para ser el presidente de todos los polacos.

RECHAZO IZQUIERDISTA Además, que Komorowski represente a una Polonia más abierta no le hace directamente más cercano a la izquierda. Es cierto que comparten el europeísmo y rechazan el ultracatolicismo, pero los liberales son conservadores y en Europa son apoyados por el Partido Popular europeo, lo que provoca el rechazo de la izquierda. Además, muchos de esos votantes son profundamente anticapitalistas y prefieren casi el nacionalismo ramplón de Ley y Justicia que el capitalismo salvaje de los liberales.