El malestar y la frustración son la casa común de los jóvenes europeos, víctimas de un mercado laboral copado por sus inseguros mayores y de la falta de políticas justas para combatir la pandemia del paro juvenil. Como Villepin, otros primeros ministros europeos han sufrido el desgaste de poner parches al problema. Pero Villepin es el jefe del Gobierno que vio cómo ardían los suburbios. La mecha también ahora está lista. Y a Villepin, que entró como primer ministro para apagar el fuego del no a la Constitución, no le conviene otro estallido social para sus deseos presidenciales.

*Periodista.