"No sé si tendrá salud suficiente, es muy mayor", comentó el martes Georg Ratzinger, de 81 años, al ser informado de que su hermano era Papa. Desde que en 1991 sufrió un accidente vascular que le provocó una hemorragia cerebral, Joseph Ratzinger, que el sábado cumplió 78 años, es un hombre de salud delicada, reconocen los neurólogos, y su perspectiva de vida resulta algo inferior a la de otra persona de su edad sin ese precedente.

A diferencia de la exhibición de buena salud que quiso mostrar Karol Wojtyla, Benedicto XVI nunca oculta que siente frecuente cansancio. Sus colaboradores conocen esa fatiga e intentan compensarla con rápidos gestos de sostén ante la mínima falta de impulso del Pontífice, como ocurrió ayer en un momento de su primera misa papal.

Aquella hemorragia cerebral, que el biógrafo de Ratzinger, John Allen, considera superada, le afectó la visión del ojo izquierdo, algo que ha logrado corregir. Un accidente vascular de ese tipo es "siempre de gravedad", a juicio del neurocirujano Enric Ferrer. "Además de acortar la supervivencia, esas vasculopatías se repiten en un 30 o 40% de los afectados, que deben estar bajo control. Es un hombre de salud delicada".

Esos episodios emiten signos de alerta, como mareos, falta de sensibilidad en la cara, un brazo o un lado del cuerpo, dificultad para hablar y confusión. Lo más probable es que el Pontífice sea hipertenso y que ése sea el origen de su riesgo cerebral. El martes, al dar a conocer su nombre como pontífice, el Papa bromeó: "Benedicto XV tuvo un Pontificado breve".