No hubo sorpresas y los pronósticos se cumplieron al dedillo. El presidente portugués, el conservador Aníbal Cavaco Silva, fue reelegido ayer en el cargo por un porcentaje situado entre el 51,6% y el 58% de los votos, según tres sondeos a pie de urna facilitados por las principales cadenas de televisión. Datos parciales del escrutinio oficial lo situaban en el 57,1%. La mayoría absoluta conseguida hace innecesaria una segunda vuelta.

El principal rival de Cavaco, el candidato socialista Manuel Alegre, obtuvo entre el 18% y el 22%. A continuación quedó el independiente Fernando Nobre, que logró entre un 13,5% y un 16,5%, algo que también auguraron las encuestas durante la campaña y que lo convirtieron en el candidato revelación de estos comicios. Se trata del fundador de la más importante oenegé médica del país.

La nota más negativa fue la elevada abstención, que una proyección difundida por la televisión pública RTP situó entre el 49% y 54% de los inscritos en el censo. Es una cifra muy similar al récord registrado en las presidenciales del 2001, cuando se colocó en el 50,29%. En las últimas presidenciales, las del 2006, la abstención fue del 38,47%.

Todo parecía haberse conjurado para que buena parte de la ciudadanía decidiera quedarse en casa: unos comicios con escasa polarización en los que el resultado estaba cantado de antemano, una intensa ola de frío en todo el país --en Lisboa, los termómetros marcaron 3 grados centígrados--, y la desafección generada por la crisis económica y el desprestigio de la política.

LLAMAMIENTO A LA CIUDADANIA La apatía de los electores, que se hacía cada vez más evidente a medida que transcurrían las horas, obligó al primer ministro, el socialista José Sócrates, y al presidente de la Comisión Europea, el conservador José Manuel Durao Barroso, a pedir a sus conciudadanos que fueran a votar.

Un problema informático en la base de datos centralizada perturbó la fluidez de la votación y en algunos momentos se formaron largas colas en algunos colegios electorales, lo que según algunos medios dificultó la participación. Pero los responsables de la Comisión Nacional Electoral no creen que este incidente tuviera algún impacto.

La gran incógnita ahora es si Cavaco utilizará lo que los portugueses denominan "la bomba atómica": el poder que tiene el presidente de disolver el Parlamento y convocar elecciones legislativas anticipadas. El pasado miércoles, en plena campaña, Cavaco afirmó que tenía "poco apetito" para hacerlo. Pero la tentación es fuerte ante el desgaste del Ejecutivo de Sócrates, que gobierna en minoría y al que las medidas de austeridad que tuvo que adoptar para hacer frente a la crisis del déficit y la deuda han hecho impopular.