Estados Unidos incrementó ayer la presión sobre Sudán para que ponga fin a la violencia en Darfur, al calificar de "genocidio" la matanza de 50.000 sudaneses negros en esa región y culpar de ello "al Gobierno de Sudán y a las guerrillas árabes yanyauid", según sostuvo el secretario de Estado, Colin Powell.

"Este genocidio puede que siga", añadió Powell ante el comité de Relaciones Exteriores del Senado, y subrayó que las fuerzas militares sudanesas "tomaron parte en los ataques" contra la población de Darfur. "Fue una acción coordinada, no violencia fortuita", recalcó, citando los testimonios de 1.800 refugiados, de los 2,2 millones que han huido al vecino Chad.

La denuncia efectuada ayer fue la más dura hasta ahora, pero EEUU no se considera obligado a intervenir. No obstante, su peso se dejará sentir en el debate sobre la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, patrocinada por Washington, que ayer debía discutir el organismo.

En ella se amenaza a Sudán con sanciones contra su industria petrolera si sigue la violencia, y contempla el aumento del contingente de fuerzas de la Unión Africana que vigila la situación.