Los amigos de Aleksandr Litvinenko, que se debate entre la vida y la muerte en un hospital de Londres, y la prensa rusa acusan al Kremlin del envenenamiento del exespía con talio, un metal inodoro e insípido. La razón del intento de asesinato, que investiga Scotland Yard, hay que buscarla en una grabación secreta que al parecer tenía el excoronel del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB), exiliado en Gran Bretaña, que incriminaría al Gobierno ruso en 292 asesinatos en 1999. La cinta demostraría la presunta implicación en los crímenes de agentes secretos rusos para culpar a los rebeldes independentistas y, de esta manera, justificar la guerra en Chechenia.

El estado de salud de Litvinenko empeoró ayer. Los médicos lo trasladaron a la unidad de cuidados intensivos del University Collegue. Los especialistas tratan de paliar los efectos, quizá mortales, de las sales de talio que le fueron suministradas.

Scotland Yard confirmó que el antiguo agente ruso fue "deliberadamente envenenado" e inició una investigación, que puede desembocar en un grave conflicto diplomático si se demuestra que Moscú está relacionado con el intento de asesinato.

ATENTADO PREVIO Litvinenko ya sufrió un atentado en Londres, en octubre del 2004, cuando unos desconocidos lanzaron un cóctel molotov contra su casa, lo que él interpretó como un aviso de antiguos compañeros suyos, afectos al régimen de Vladimir Putin.

El pasado día 1, el exagente comenzó a sentirse mal después de almorzar con el académico italiano Mario Scaramella en un restaurante. Scaramella le entregó, al parecer, documentos sobre la periodista rusa Anna Politkóvskaya, otra voz crítica contra el régimen de Putin, asesinada recientemente en Moscú. La pasada semana, el profesor Scaramella se presentó en la Embajada del Reino Unido en Roma, y después prefirió esconderse.

DESMENTIDO OFICIAL Entretanto, el Servicio de Espionaje Exterior (SVR) de Rusia se desmarcó del envenenamiento con matarratas de Litvinenko. "Hay que buscar a los culpables en el entorno de Litvinenko en Londres", declaró Serguéi Ivanov, jefe de prensa del SVR. Según Ivanov, "desde 1959, cuando fue liquidado el nacionalista ucraniano Stepán Bandera, el SVR soviético y su sucesor no realizan actividades relacionadas con la eliminación física de individuos indeseables". Un portavoz del Kremlin, Dmitri Pesrkov, también desmintió ayer las acusaciones contra las autoridades rusas, que calificó de "sinsentido".

En cambio, la prensa rusa subrayó que el veneno sigue siendo un arma privilegiada de los servicios secretos de Rusia. La última víctima de un envenenamiento llevado a cabo por los servicios secretos fue el saudí Jatab, uno de los comandantes más influyentes de la guerrilla chechena, que fue aniquilado por el FSB en el 2003 con una carta que contenía veneno no identificado.