El nerviosismo y la inquietud se extendieron ayer entre la opinión pública israelí después de que varios medios de comunicación divulgaran que el equipo médico que atiende en el Hospital Hadassa de Jerusalén al primer ministro israelí, Ariel Sharon, está preocupado porque el paciente no se despierta del coma a pesar de que la sedación le ha sido ya retirada. Sharon no recupera la conciencia a partir del coma inducido en el que se encuentra desde hace más de una semana, tras sufrir un derrame cerebral masivo.

"Algunos pacientes se despiertan tras una semana, otros tardan meses", decía ayer un portavoz del Hadassa que insistía en que la situación del primer ministro no ha variado: continúa grave pero estable y conectado a un respirador. La tardanza en despertar del coma ha enfriado el optimismo después de que en pocos días el primer ministro experimentara una mejoría. Algunos especialistas explicaban que el peso de Sharon o la presencia de restos de drogas de la anestesia en su sangre podrían ser algunas de las causas de el retraso.

Mientras, arrecian las críticas a los médicos del Hadassa, acusados de haberse equivocado en los anticoagulantes que le recetaron a Sharon tras sufrir un infarto cerebral el 18 de diciembre. Según varios especialistas, estos fármacos habrían propiciado el derrame cerebral.