"Un estadista y un amigo". Así definió George Bush a Tony Blair, el primer jefe de Gobierno que lo visita tras el triunfo del 2-N. Su sintonía quedó todavía más patente cuando un periodista británico la preguntó a Bush si consideraba a Blair "su perro faldero", como dice la prensa del Reino Unido.

"El es perfectamente capaz de decidir por sí mismo", respondió el mandatario, sorprendido por la pregunta. "Cuando las cosas se ponen feas, no se arruga", añadió, elogiando a Blair como "un gran pensador" y un hombre al que admira "mucho". Blair justificó la sumisión a la agresiva política exterior de Bush diciendo que comparten "los mismos objetivos y los mismos valores".