Con camisa blanca de cuello Mao, pantalón gris y sandalias, Fernando Lugo asumió ayer la presidencia de Paraguay con el compromiso de combatir la corrupción y los "intereses feudales". "No será tarea fácil, pero tampoco será imposible", dijo. Tras ponerse la banda presidencial, Lugo anunció que comienza una nueva etapa, "sin vencedores ni vencidos". Sin embargo, advirtió a propios y extraños, de que será "implacable con los ladrones del pueblo".

A los 57 años, Lugo protagonizó el milagro de echar del poder al Partido Colorado. En 61 años de Gobierno, que incluyeron 34 años de dictadura de Alfredo Stroessner, los colorados convirtieron a Paraguay en uno de los países más corruptos del planeta. El impune paraíso del contrabando y la piratería.

En las últimas tres décadas, el ahora presidente perteneció a la Congregación del Verbo Divino. Ganó las elecciones de abril con el 40% de los votos, al frente de la Alianza Patriótica para el Cambio.