Pese a integrar hoy el frente hostil contra Sadam, José María Aznar fue el primer gobernante de la "comunidad occidental" en "reabrir" la embajada en Irak tras la guerra del Golfo. Así lo proclamó en 1998 el entonces ministro de Exteriores, Abel Matutes, en una comparecencia parlamentaria tras los bombardeos de EEUU y Reino Unido contra Bagdad en diciembre de ese año. Matutes aludía al nombramiento, en enero de 1997, de Ignacio Rupérez como encargado de negocios, con funciones de embajador, en la capital iraquí.

El régimen de Sadam Husein apreció mucho aquel gesto, que interpretó como un primer paso hacia la normalización de las relaciones con Europa, y transmitió su agradecimiento al Ejecutivo español, según indicaron ayer a este diario fuentes consulares iraquís.

"ACTIVIDAD BASICA"

España nunca cerró oficialmente su embajada en Bagdad, pero la legación permaneció inactiva hasta 1995. Ese año recuperó su "actividad básica" con la llegada del primer funcionario español. Pero no fue hasta 1997 cuando "reanudó sus tareas diplomáticas con la presencia del primer encargado de negocios", según consta en la documentación de Exteriores.

En ese momento, sólo dos países de la UE tenían presencia en Bagdad: Francia, con una "sección de intereses", y Portugal, con un responsable de "asuntos administrativos". La llegada de Rupérez fue el pistoletazo de salida para que otros países restablecieran su actividad diplomática en Irak. Matutes confesó tener "respeto y cierta amistad" con su entonces homólogo y hoy viceprimer ministro iraquí, Tarek Aziz.