Calentamiento en la última frontera de la guerra fría. El presidente surcoreano, Roh Moo-hyun, cruzó ayer a pie la línea amarilla que separa a las dos Coreas. La escena se produjo en la "zona desmilitarizada", cerca de Panmunjom, donde se firmó el armisticio que puso fin a la guerra de Corea (1950-1953). Roh siguió después viaje por carretera hacia Pyongyang, para protagonizar la segunda cumbre intercoreana de la historia.

Esta zona tampón, de 240 kilómetros de longitud a lo largo del paralelo 38º, de desmilitarizada solo tiene el nombre: concentra la mayor cantidad de tropas del mundo. Las dos Coreas no han firmado ningún tratado de paz; técnicamente continúan en guerra. En la anterior cumbre, en el 2000, el predecesor de Roh, Kim Dae-jung, hizo el viaje a Pyongyang en avión. El gesto de Roh de cruzar la línea a pie adquirió un valor simbólico.

En la capital norcoreana salió a recibirle por sorpresa el amado líder Kim Jong-il, con su uniforme caqui, rodeado de una muchedumbre entusiasta que agitaba ramilletes rosas de kimjonglia , la flor nacional de la República Popular Democrática de Corea.

La visita de Roh durará tres días. En el programa, conversaciones bilaterales y el despliegue del habitual fasto norcoreano, con la célebre coreografía de masas en el estadio Primero de Mayo. Kim Jong-il no sale del país, pero sabe recibir.

El presidente norcoreano quiere establecer "un régimen de paz permanente" en la península. Se trata, sobre todo, de una cuestión de ayuda económica. Exangüe desde el hundimiento soviético, incapaz de renovar sus infrastructuras, Corea del Norte se iría a pique sin la ayuda de su vecino del sur. Sus 23 millones de habitantes, con una renta 17 veces inferior a la de los coreanos del sur, se encuentran al borde de la hambruna. Según The Wall Street Journal , el Producto Interior Bruto de Corea del Norte es un tercio inferior al de hace 20 años. Kim Jong-il tiene pues un gran interés en cuidar la acogida a su principal proveedor.

BUENA VOLUNTAD Este encuentro constituye también una oportunidad de ofrecer una señal de buena voluntad a Washington, que acaba de anunciar una ayuda energética de 17,6 millones de euros a cambio de la desnuclearización del país. Aunque este no es el motivo de la cumbre, sin duda el desmantelamiento de las instalaciones nucleares norcoreanas, iniciado en julio, será abordado.

Roh viajó a Pyongyang con importantes empresarios. Pero también con otros envites: la reunificación de las dos Coreas no parece impensable a largo plazo; se trata de preparar el terrenos y reforzar la cooperación económica antes que otros --principalmente, los chinos-- bloqueen el mercado potencial.

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