El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, intentó romper con chistes la tensión existente durante el almuerzo. Ante el asombro general, propuso a los demás líderes hablar "de mujeres y de fútbol". Luego, explicó un chiste con él como protagonista cuando sobrevolaba en Roma una manifestación sobre las pensiones. En el helicóptero, narró, alguien propuso lanzar un fajo de 10.000 euros para hacer feliz a alguien. Otro sugirió lanzar dos fajos de 5.000 para lograr dos personas felices. Y el piloto sugirió que Berlusconi saltara, lo que haría feliz a todo el mundo.