Ya hay fecha y lugar para la primera cumbre bilateral entre los presidentes de las dos grandes superpotencias nucleares. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, se reunirán en Helsinki, capital de Finlandia, el próximo 16 de julio, según se anunció ayer simultáneamente en Moscú y Washington. El encuentro tendrá como trasfondo político un enorme deterioro en las relaciones entre Occidente y el Kremlin, sin precedentes desde el final de la guerra fría del siglo pasado, debido, por un lado, a las acusaciones de injerencia en procesos electorales tanto en Europa como en EEUU, y por otro, a la participación de Rusia en las guerras de Siria y Ucrania.

El clima político en Washington ha impedido hasta ahora la celebración de dicha cumbre bilateral, pese a que Trump lleva casi un año y medio en la Casa Blanca. Lo desaconsejaba una investigación comandada por el fiscal especial Robert Mueller, que intenta determinar si hubo connivencia entre el entorno de Trump con ciudadanos rusos que pretendían interferir en las elecciones presidenciales norteamericanas del 2016.

La reunión puede suscitar suspicacias entre los principales aliados occidentales de EEUU. Gran Bretaña ha acusado a Rusia de estar detrás de la reciente tentativa de envenenamiento del exagente ruso Yuri Skripal en suelo británico con una sustancia química de uso militar, y presiona para aislar diplomáticamente a Moscú.

Además, no pocos líderes occidentales ven con sospecha lo que consideran una actitud excesivamente amistosa de Trump con Putin, hacia quien demuestra sentir una afinidad personal. En la última cumbre del G-7 en Canadá, el presidente norteamericano defendió la readmisión de Rusia en este foro, del que fue expulsada a raíz de la anexión de Crimea, y durante su campaña electoral alabó reiteradamente al líder del Kremlin, pese a las acusaciones de autoritarismo.