François Hollande no dará su brazo a torcer. Ni los bloqueos a refinerías, puertos y depósitos de carburantes, ni las manifestaciones y protestas masivas, ni las huelgas en los principales sectores de producción, son suficientes para que el presidente galo de marcha atrás en una de las reformas más contestadas de su Gobierno: el anteproyecto de ley de reforma laboral, conocido como ley El Khomri.

En lo que concierne a la polémica y contestada medida, Hollande ha asegurado, durante una rueda de prensa en el marco de la cumbre del G7 en Japón, que se “mantendrá firme” pues considera que “se trata de una buena reforma”. En este escenario, siete sindicatos y organizaciones de estudiantes, liderados por la Confederación General del Trabajo (CGT) han acordado “continuar y amplificar las movilizaciones” de cara a la próxima jornada de manifestaciones que tendrá lugar el 14 de junio, el mismo día en el que la reforma laboral llegará al Senado.

Además, a partir de este viernes, los principales sindicatos invitan a los trabajadores a organizar asambleas en el seno de las empresas para unirse a las próximas jornadas de huelga. También convocan a los empleados a celebrar, el lunes 30 de mayo, una jornada de votación sobre la reforma y, a continuación, hacer llegar el resultado al palacio del Elíseo.

A las paros, bloqueos, protestas y llamamientos multitudinarios, se suma una exigencia: los siete sindicatos piden ser recibidos por François Hollande, invitando así al presidente de la República a hacer gala de su discurso en el que asegura que “el diálogo social es el método de su Gobierno”.

DEFENSOR NÚMERO UNO

En este comunicado conjunto, difundido este viernes 27 de mayo, los organizadores denuncian la actitud de Manuel Valls. Y es que el primer ministro se ha convertido en el defensor número uno de la ley El Khomri, repitiendo en numerosas ocasiones su decisión de no ceder ante la presión de los sindicatos. Lo que se traduce, a los ojos de la CGT, en el “menosprecio con el movimiento social y su encabezonamiento por no retirar” una ley que “no conviene al 70% de los franceses”.

Tras dos meses de movilizaciones y protestas, el Ejecutivo y la CGT, principal sindicato en Francia, mantienen una batalla cruzada. Mientras Valls acusa al sindicato de “irresponsable” por incitar a multiplicar los bloqueos en sectores estratégicos como la electricidad o el petróleo, Hollande rechaza el “ultimátum” planteado por los sindicalistas y asegura que “no se puede aceptar que haya un sindicato que no respeta la ley”.

Así continúa una jornada más de parones y bloqueos, un tira y afloja en el que los sindicatos no tienen intención de ceder y en el que se avecinan nuevas huelgas, nuevas protestas y más bloqueos en sectores claves de la economía francesa -electricidad, petróleo, transportes…-. Todo ante la mirada impasible del Ejecutivo, resuelto a seguir adelante con su polémica reforma, ignorando la mayor protesta sindical en 35 años contra un gobierno socialista.