Alos británicos les dio ayer un vuelco el corazón. El anuncio de la boda entre Carlos de Inglaterra, príncipe de Gales, y Camilla Parker Bowles, pilló totalmente por sorpresa a la nación. Pocos minutos después de las 9 de la mañana, un comunicado de Clarence House confirmaba la celebración de un enlace sobre el que se especulaba desde hace tiempo. El 8 de abril, el castillo de Windsor acogerá la ceremonia privada que tendrá carácter civil, un hecho excepcional cuando se trata del matrimonio del heredero al trono y futuro jefe de la Iglesia anglicana.

La elección de Parker Bowles, una mujer de 57 años, divorciada y vista por muchos británicos como responsable del fracaso del matrimonio de Carlos con Diana de Gales, plantea algunos quebraderos de cabeza institucionales y cierta animosidad ciudadana. Lo poco ortodoxo de esta boda quedó reflejado en la elección de títulos para la futura esposa. Los portavoces de Clarence House anunciaron que Camilla recibirá el tratamiento de Su Alteza Real, pero no ostentará el título que le corresponde por ser esposa de Carlos, el de princesa de Gales, que sí tuvo Diana. A Parker Bowles se la conocerá como la duquesa de Cornualles.

ANGLICANOS MOLESTOS De la misma manera, cuando Carlos sea coronado rey, Camilla no se convertirá en reina, que sería lo normal, sino que recibirá el título de princesa consorte. Esta ruptura sin precedentes con las normas de sucesión podría implicar cambios legislativos no sólo en el Reino Unido, sino en países de la Commonwealth --Canadá o Australia, por ejemplo-- sobre los que Carlos también reinará.

Algunos sectores de la Iglesia anglicana, opuestos a las nuevas uniones entre divorciados, lamentaron la elección de una ceremonia civil. Sin embargo, el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, declaró que los preparativos realizados por el heredero cuentan con su "total apoyo". "Es consistente con las directrices de la Iglesia de Inglaterra en lo relativo a un nuevo matrimonio", manifestó. El día de la boda, Williams celebrará un oficio religioso en la capilla de Saint George en honor de los recién casados. La postura de la Iglesia de Inglaterra es la de no consentir las uniones entre divorciados cuando la nueva pareja haya sido la causa de ruptura del anterior matrimonio. Este es justo el caso de Carlos y la mujer que ha sido su amante intermitente durante más de 30 años.

LA APROBACION DE ISABEL II El enlace, de acuerdo con la ley de matrimonios reales de 1772, ha exigido la aprobación de la reina, quien durante años ha considerado a Parker Bowles como un problema y ha vetado su presencia en ceremonias oficiales de la familia real. Al final, el empeño de su hijo, quien hace mucho tiempo dijo que su relación con Camilla no era negociable, ha terminado por imponerse. En un comunicado, Isabel II y el duque de Edimburgo ofrecieron a la pareja "sus mejores deseos".

El primer ministro, Tony Blair, fue consultado por la soberana. Blair, en nombre del Gobierno, deseó "toda la felicidad" a los contrayentes, un sentimiento compartido por el resto de líderes políticos. El premier conocía desde hace tiempo el calendario de la boda, que puede coincidir con el inicio de la campaña electoral; está previsto que el Reino Unido celebre generales a comienzos de mayo.

UNA MUJER ODIADA Tras el anuncio de la boda, en el transcurso de un acto público en Londres, el príncipe de Gales declaró que se encuentra muy feliz. "Estamos encantados, va a ser un día muy especial para nosotros y nuestras familias", afirmó el heredero, según el comunicado difundido por Clarence House. Una alegría de la que también dejaron constancia, en otra circular, los príncipes Guillermo y Enrique, hijos de Carlos y Diana.

Camilla Parker Bowles también tiene dos hijos --ya adultos--, Tom y Laura, nacidos de su primer matrimonio con el oficial de la marina Andrew Parker Bowles. La nueva unión no alterará la línea de sucesión al trono, que establece que la corona pasará de manos del príncipe Carlos a las de su primogénito, el príncipe Guillermo. La manera en que los británicos reaccionarán ante el enlace entre el heredero y la mujer que se convirtió en una figura públicamente odiada es todavía una incógnita. Los primeros sondeos informales realizados ayer indican que las opiniones están muy divididas. Sí se sabe que la mayor parte de los británicos se oponen a que Parker Bowles sea reina.

Como anillo de pedida, Carlos ha regalado a su prometida una joya de diamantes perteneciente a la familia real británica, que lució anoche en la presentación de los novios en público, en una cena benéfica en el castillo de Windsor.