Seis meses después de que el presidente Bush anunciase que los combates "importantes" habían acabado, el ataque contra el hotel de Wolfowitz muestra que, aunque en los últimos días los esfuerzos se han concentrado en legitimar la intervención --en el Consejo de Seguridad y en la reciente Conferencia de Donantes--, la auténtica pesadilla de la Administración de EEUU es otra: la seguridad y la lucha contra la resistencia. Parece difícil que Wolfowitz mantenga sus declaraciones: "Soy realista y a la vez optimista: no hace falta cambiar la estrategia".