Estamos ante la última de las muchas resoluciones de la ONU sobre la descolonización del Sáhara y el quinto intento vinculado con Baker. Se parece a las últimas por prolongar el mandato de la Misión en el Sáhara Occidental y aludir a la necesidad de que las partes colaboren con la ONU y entre sí. La diferencia es la forma en que trata el gran escollo, el desacuerdo sobre el censo de votantes: distinguir dos listas de electores para dos consultas diferentes, elecciones autonómicas en un año y referendo en cinco. La solución compra tiempo y muestra un cambio, realista e inteligente, del Frente Polisario y Argel.El problema continúa siendo Marruecos: sigue sin admitir que un conflicto colonial sólo puede resolverse con el ejercicio de alguna forma de autodeterminación. Si eso no cambia, la segunda quincena de octubre volverá a ser momento de diplomacia, de prisas y presiones. Tres meses son muy poco para acabar con décadas de inmovilismo.