Operación de limpieza en la cúpula de los servicios secretos italianos: tras cinco años de servicio, el general Nicolo Pollari dejará el mando de los servicios de información militares, el Sismi, el 16 de diciembre. Desde el pasado verano, Pollari estaba en el banquillo de los acusados después de haber sido implicado en el secuestro de Abú Omar.

En el año 2003, este imán egipcio, que predicaba en la ciudad de Milán, desapareció. Sus familiares volvieron a encontrar su pista en Egipto, donde se encontraba encarcelado.

Dos años después de aquel secuestro, la justicia italiana abrió una investigación: acusó a agentes de la CIA del secuestro de Abú Omar, sospechoso de estar vinculado a Al Qaeda, e indagó en la cooperación (en el secuestro) de los servicios secretos italianos y, por extensión, del Gobierno del primer ministro, Silvio Berlusconi, que entonces estaba en el poder.

"ROTACION NATURAL" Ayer, el Gobierno de Romano Prodi despidió a Pollari. Además, anunció el relevo del jefe del servicio del espionaje interior (Sisde), así como del responsable del Cesis, la estructura que coordina al Sismi y al Sisde. El primer ministro evocó una "rotación natural" necesaria para unos "puestos de responsabilidad tan delicados".

De hecho, las filtraciones del Copaco, el comité parlamentario de control del espionaje, dejaban poco margen de maniobra al Gobierno. Dos documentos clasificados del Sismi prueban, según la prensa italiana, la complicidad de los servicios secretos con la operación de la CIA: Pollari había sido avisado del secuestro de Abú Omar y sabía además dónde permanecía secuestrado el imán. El jefe del Sismi desmintió una y otra vez esas acusaciones tanto ante el Parlamento italiano como ante la comisión del Parlamento Europeo.

CARGO IMPORTANTE Pese a su cese, Pollari no desaparece de la escena institucional: el Gobierno italiano anunció que iba a proponer al general para el Consejo de Estado y que "un importante cargo" le ha sido asignado. Una nominación que, bajo la apariencia de una promoción, parece más una marginación estratégica: impedir a Pollari montar mucho lío manteniéndole cerca del poder.

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