El Gobierno progresista de Romano Prodi se enfrenta esta noche a un voto de confianza del Senado que todo el mundo da por seguro que será favorable al Ejecutivo. Sin embargo, después de una semana de crisis provocada por dos comunistas radicales miembros de su mayoría, son muchos los que le consideran gravemente herido y arrecian las dudas de que logre acabar la legislatura.

"No pido rebajas", dijo ayer en su discurso al Senado, en el que lanzó guiños a diestro y siniestro para contentar a unos, seducir a otros y poner firmes a los terceros, en la búsqueda de una disciplina que en la política italiana no es usual. Prodi echó la culpa del trance por el que ha pasado a una crisis política "en el contexto de una transición institucional no acabada que se puso en marcha en los años 90 y cuyo nudo principal es la ley electoral".