El Estado secular turco prohíbe a los sacerdotes cristianos pasear con el hábito por la calle. Lo mismo ocurre con los imanes de las mezquitas. La ley se impuso en época de Mustafá Ataturk, padre y fundador de la República laica. Una restricción que no parece molestar al padre Rubén, un religioso mexicano que atiende la pequeña iglesia católica de Santa María, situada en el centro de Estambul.

"En mi país, de confesión católica, tampoco lo pudimos hacer durante 100 años", cuenta. El primero en cumplir la ley turca fue Juan XXIII, que vivió una década en Turquía como delegado apostólico.

El padre Rubén se siente a gusto en Turquía y dice no haber sentido nunca hostilidad por ser cristiano, pese a que las autoridades de Ankara no dejan reformar las iglesias y, menos aún, construir nuevas. Lo cierto es que hay suficientes para atender a la pequeña comunidad cristiana, unos 100.000 fieles.

Los más numerosos son los del Patriarcado Ortodoxo Armenio, unos 70.000; les siguen los católicos --de rito latino, siriaco, caldeo y armenio--, cifrados en algo más de 15.000, y el resto son del Patriarcado Ortodoxo griego.

Además, en Turquía no son ilegales las conversiones, como en el resto de países musulmanes. En los últimos 20 años, unos 300 musulmanes turcos son ahora católicos.