La Paz se convirtió ayer de nuevo en el centro de una protesta social heterogénea que seguía empujando al Gobierno del presidente Carlos Mesa al abismo.

La capital se aislaba del resto del país cuando miles de manifestantes tomaban las calles. Algunos reclaman la nacionalización total de los hidrocarburos y la clausura del Congreso boliviano. Otros, como el líder cocalero Evo Morales, quieren que las compañías extranjeras responsables de la extracción de petróleo y gas --entre ellas, Repsol-- paguen más impuestos y se asocien con el Estado.

Ambos sectores reclaman que se convoque una Asamblea Constituyente para "refundar" Bolivia y rechazan las pretensiones autonomistas de Santa Cruz, el departamento más rico del país, donde el 12 de agosto habrá un referendo que decidirá su destino.