Después de dos meses de protestas en Irak, la cifra de muertos en las manifestaciones que recorren todo el país árabe se ha multiplicado. Tras la jornada del pasado jueves, la más violenta desde que empezó la movilización el 1 de octubre, el número total de fallecidos asciende a 400, la mayoría de ellos a causa de la respuesta y la represión policial.

Solo el jueves, en todo el país murieron 62 personas y otras 410 fueron hospitalizadas, después de que las autoridades recrudecieran sus actuaciones en represalia por el asalto y posterior quema, la madrugada del miércoles al jueves, del consulado iraní de la ciudad de Nayaf, la más santa y sagrada del país.

Allí, en Nayaf, es donde vive la máxima autoridad chií de Irak, Alí al Sistani, que ayer, en un comunicado a través de su portavoz, criticó duramente a la Policía y pidió al Gobierno de Bagdad que sea cesado al completo. «El Ejecutivo parece incapaz de tratar con los eventos de los dos últimos meses. El Parlamento, del que ha surgido el Gobierno, tiene que reconsiderar sus acciones y hacer lo que sea necesario para proteger los intereses de Irak», dijo el portavoz de Sistani, que también dedicó palabras a la policía y a los manifestantes: «Está prohibido atacar las manifestaciones pacíficas, y los manifestantes no deben permitir que protestas pacíficas se vuelvan en ataques en contra de la gente y la propiedad. Los enemigos del país intentan crear el caos y llevar al país de vuelta a la era de la dictadura».

CORRUPCIÓN / Esta ola de manifestaciones empezó para pedir al Gobierno que mejorase los servicios públicos y que acabase con la corrupción. Pero el Ejecutivo desoyó las peticiones y reprimió las protestas con munición real. Desde entonces, las peticiones de los manifestantes se han radicalizado: ahora quieren un cambio de sistema por completo.

El primer ministro, Adel Abdul Mahdi, siguiendo el consejo de Al Sistani, anunció que presentará su dimisión en los próximos días.