La noche de los cuchillos largos acabó en un funeral en el que ni siquiera se despidió el duelo. Desgarrado por los personalismos y la lucha de clanes por el poder, el Partido Socialista francés (PS) cerró ayer su congreso sin ningún acuerdo. No hubo ni discurso de clausura del primer secretario saliente, François Hollande, que renunció a intervenir. Ahora todo queda en manos de los militantes, que el jueves decidirán con su voto entre dos mujeres, Ségolène Royal y Martine Aubry, quién dirige un partido a punto de estallar. El tercer candidato, Beno®t Hamon (ala izquierda), no tiene opciones.

Es la primera vez desde 1990 que el PS no consigue una síntesis final entre las diversas corrientes que minan su unidad y cuyo nivel de animadversión, de odio incluso, se refleja en las sesiones del congreso. La excandidata presidencial Ségolène Royal despierta amores y odios, y sus apariciones en el congreso deben ser cuidadosamente programadas para no provocar una pitada entre los delegados.

Royal esperó para hacer su entrada a que la alcaldesa de Lille, Martine Aubry, terminara su intervención, y se coló mientras parte de la sala aplaudía a su rival. El sábado, el discurso de Royal fue amenizado con constantes ovaciones y abucheos, pero con las demás mociones ocurrió algo parecido. Cada militante aplaudió solo a su jefe de filas y permaneció de brazos cruzados ante el resto.

EL GRAN PERDEDOR Este enfrentamiento a muerte entre los candidatos a dirigir el PS es la única conclusión cierta del congreso, como reconocieron la mayoría de los dirigentes, pese a sus patéticos cantos a la unidad.

Desde la tribuna, Aubry admitió que su moción, la representada por el alcalde de París, Bertrand Delanoë, y la de Hamon --es decir, el frente anti-Royal -- llegaron en la madrugada del domingo a aprobar un documento conjunto, pero no hubo manera de decidir quién encabezaba la candidatura. "No ha sido posible el acuerdo sobre el dispositivo humano", dijo Aubry, utilizando un eufemismo que tomó prestado de Delanoë. Y eso que había abierto su intervención con esta frase: "No estamos en un congreso de oposición de personas".

La misma idea --"no es una cuestión de personas"-- la expuso Delanoë al anunciar que su moción no presentaría candidato a la dirección, aunque antes había condicionado el pacto con Aubry y Hamon a que el primer secretario saliera de sus filas. El alcalde de París, gran perdedor del congreso, se declaró "triste y decepcionado".

Los votos de los militantes que el pasado día 6 fueron a parar a Delanoë, sin embargo, serán decisivos en la pugna Royal-Aubry. Royal (29% de los votos el día 6) sigue siendo la favorita, pero si los votos de Delanoë (25%) se decantan por Aubry (25%), con la que ha habido mayor proximidad en el congreso, la alcaldesa de Lille puede imponerse a la excandidata presidencial.

MAYORIA ABSOLUTA REQUERIDA Royal confía en arrastrar a parte de los votantes de Delanoë o en una abstención de los que se han quedado sin candidato. En ese caso, tendría ventaja porque los militantes más izquierdistas se dividirían entre Aubry y Hamon (19%). La candidatura del ala izquierda, paradójicamente, puede favorecer a Royal, acusada de querer convertir el PS en un Partido Demócrata a la italiana.

El PS tiene 232.511 militantes, pero solo podrán votar, si el resto no regulariza antes su situación, los 167.953 que están al corriente de pago. Para salir elegido primer secretario, un candidato debe obtener la mayoría absoluta. Si el próximo jueves ninguno de los tres la consigue, habrá una segunda vuelta.

Aparte del enfrentamiento entre personas y de los diferentes modelos de partido, el congreso se centró en las alianzas entre los socialistas franceses. Delanoë, Aubry y Hamon rechazaron de plano la apertura al centro, a pesar de que la alcaldesa de Lille gobierna su ciudad con el Modem de François Bayrou, mientras que Royal mantuvo su propuesta de unir a la izquierda y abrir luego el PS a otros partidos para derrotar a la derecha del presidente Nicolas Sarkozy. El segundo de Royal, Vincent Peillon, justificó la apertura al centro con referencias al expresidente François Mitterrand.