Traumatizado aún por la derrota electoral, el Partido Socialista (PS) francés abrió ayer su 15 Universidad de Verano de La Rochelle más dividido y desmotivado que nunca frente a la eficaz maquinaria de Nicolas Sarkozy. Bajo el eslogan Diagnóstico para la renovación , el cónclave aborda este fin de semana el trabajo "titánico" de refundar el socialismo francés en medio de una fuerte crisis de liderazgo y en ausencia de buena parte de los tenores del partido. Algunos están ocupados en colaborar con el Gobierno de Sarkozy --Dominique Strauss-Kahn, Jack Lang--, y otros han alegado compromisos --Laurent Fabius, Martine Aubry, Lionel Jospin-- para eludir la cita con una militancia ávida por encontrar la salida de un túnel que se anuncia largo y tortuoso.

En este contexto, el cónclave se presenta como otro episodio de la rivalidad entre la excandidata Ségolène Royal y el primer secretario del PS, François Hollande. Para desespero de los llamados leones del partido, que consideran que la renovación la encarnan ellos, ayer el PS volvió a girar en torno a la ahora expareja. Los esfuerzos de ambos por no coincidir en el recinto de la universidad de verano resultaron tan evidentes como la colisión a la que se ven abocados de confirmarse sus aspiraciones.

EL HORIZONTE DEL 2012 Mientras Royal reiteraba su disponibilidad para liderar el partido --el primer secretario ha anunciado que cederá el cargo en el congreso de primavera-- antes de dirigirse a la militancia, Hollande flirteaba en las páginas de un semanario con su posible candidatura para las presidenciales del 2012. "Haré todo lo posible para estar preparado en el 2010", se postula en Le Point . Según el calendario marcado por él mismo, ese año la militancia deberá elegir a su candidato al Elíseo.

¿Intercambio de papeles? No es esa la impresión que transmite Royal, cuya hoja de ruta va más dirigida a conquistar el partido --ese pilar que le faltó en la campaña-- para volver a presentarse con las espaldas más cubiertas. ¿La revancha de Hollande? El primer secretario, que se retiró de la pugna por la candidatura ante la preferencia de las encuestas por Royal, ha aparecido en La Rochelle dispuesto a jugar a fondo "la baza personal". Es decir, dejar de ocuparse del partido para concentrarse en su candidatura.

AJUSTES DE CUENTAS Pero ni Royal ni Hollande están en su mejor momento de popularidad. Desde diferentes sensibilidades del partido y por razones dispares a ambos se les apunta como culpables de la derrota electoral. A Hollande se le reprocha que en sus casi 10 años en la primera secretaría se haya dedicado más a contemporizar y buscar equilibrios entre las corrientes internas que a abordar la renovación de ideas para modernizar al anquilosado socialismo francés.

Ante este panorama, Royal ha optado por enarbolar la bandera de la renovación, que algunos leones --entre ellos, el exjospinista Manuel Valls y el exlugarteniente de Royal Arnaud Montebourg-- aspiran a arrebatarle. En su discurso, Royal lanzó un llamamiento para "pasar página" de las querellas internas y "movilizar la inteligencia colectiva" para hacer del PS un partido del que "estar muy orgullosos". Pero todos los esfuerzos para que el PS recupere el rumbo y la moral, consumida por Sarkozy con la captación de socialistas y la apropiación de ideas, serán inútiles si cada tenor y cada corriente toca una partitura diferente.