Más de un año después de que comenzara el circo electoral, todo estaba listo ayer para el veredicto de las urnas en Iowa. Miles de voluntarios llegados de todo el país fueron puerta por puerta para tratar de convencer a los últimos indecisos y ayudarles a llegar hasta los colegios electorales mientras los candidatos que siguen en el estado exponían sus argumentos finales en el cierre de la campaña.

Una campaña que ha abierto heridas entre los candidatos, ha dejado a muchos aspirantes en la cuneta y ha confirmado que el alma del partido está partida en dos mitades. Entre un centro reformista y una izquierda militante. Un pulso que probablemente tardará en resolverse porque las encuestas dibujan un combate a cuatro sin un claro favorito, a medida que Joe Biden iba perdiendo fuelle.

Por lo visto estos días sobre el terreno, solo hay dos candidatos que despiertan pasiones encendidas: Bernie Sanders y Pete Buttigieg. El viejo senador se despidió de los suyos el domingo antes de regresar a Washington para asistir como jurado al impeachment de Donald Trump. Lo hizo en un bar de Des Moines lleno hasta la bandera, tanto que decenas de personas tuvieron que quedarse fuera soportando el frío. Sanders arrastra un ejército de jóvenes, que en el último mes ha llamado a 500.000 puertas en Iowa, la armada más fiel de todos los candidatos.

Desde las escaleras les dijo que no ganarán si no hay una elevada participación y se ofreció a unir al país en la era de la polarización. «Trump y sus amigos nos querían comprar, pero nosotros vamos a unir al pueblo y transformar el país para crear una economía que funcione para todos, no solo para el 1%», les dijo flanqueado por su mujer.

Buttigieg es la carta oculta, el único millenial entre una cohorte de septuagenarios y el hombre que pretende recoger el manto de Barack Obama apelando a la esperanza y postulándose como el puente entre las dos Américas. Sus propuestas son progresistas, pero su lenguaje es conservador y no tiene reparos en decir que busca también el voto republicano. Sobre el estrado derrocha compasión, patriotismo e inclusión.

Y es rápido como un lince. En su eléctrico cierre de campaña en Des Moines, le preguntaron por su canción favorita de los Beatles. Ofreció la respuesta perfecta: Come Together. «En un momento como este, lo que necesita el país es unirse», dijo el alcalde de South Bend (Indiana) antes de que los aplausos atronaran.

No se esperan victorias arrolladoras en Iowa. El diario de referencia del estado, el Des Moines Register, tuvo que cancelar por un error técnico el domingo la encuesta que durante siete décadas ha publicado la víspera del caucus. Pero otro sondeo, publicado por un grupo ligado al Partido Demócrata, situaba a los cuatro favoritos en un margen de cuatro puntos.

Butiggieg por delante con un 19% de intención de voto, seguido por Sanders (17 %) y, empatados en tercer lugar, Elisabeth Warren y Biden (15%). Aunque Iowa no sirva necesariamente para predecir al nominado, particularmente en el campo republicano, en siete de las nueve últimas ediciones de sus caucus el ganador acabó siendo el candidato a demócrata a la presidencia, de modo que su importancia no puede ser subestimada.

«Todo el mundo sabe que nuestra prioridad es batir a Trump», dijo Warren en uno de sus últimos mensajes antes de encerrarse en el Senado durante la jornada del lunes, al igual que la también senadora Amy Klobuchar. «Yo soy la que puede unir al partido, la que trata a todo el mundo con respeto».

El entusiasmo de los voluntarios que puerta a puerta piden a sus vecinos que acudan esta noche a los caucus de Iowa se mezclaba ayer con el cansancio acumulado, las cajas de pizza vacías y las tazas a rebosar de café para acumular energías de cara a la gran decisión.

«La gente no entiende cuánta energía se necesita para hablar con desconocidos, ir puerta a puerta, de esa forma, especialmente si es la primera vez que lo hacen», explica una partidaria de Sanders. A unas horas de los caucus, unas cien personas se dieron en la oficina de Sanders en Des Moines para, luego, ir de puerta en puerta, intentando convencer a los vecinos. H