Sin veteranos en las calles y sin tanques en la plaza Roja. Así celebró ayer Rusia el 75º aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi en la segunda guerra mundial debido al coronavirus, que impidió la asistencia de los principales líderes mundiales a una fiesta con la que el Kremlin quería iniciar el deshielo con Occidente.

Acostumbrados al grandioso desfile militar sobre el empedrado de la plaza más importante del país, los rusos se tuvieron que conformar con un breve discurso de Putin, un llamamiento a la unidad en medio de la lucha contra el covid-19. «Sabemos y creemos firmemente que somos invencibles cuando estamos juntos», declaró el presidente ruso.

La imagen de un Putin solo, depositando un ramo de flores frente a la llama eterna de la Tumba del soldado desconocido y guardando un minuto de silencio, resumió una jornada deslucida por el confinamiento de los 146 millones de rusos.