Corea del Norte respondió a la indignación mundial por su prueba atómica del lunes con la amenaza de una guerra nuclear si EEUU no acepta una reunión bilateral. Pyongyang radicalizó su discurso mientras la ONU discutía las sanciones a aplicar. La amenaza incorpora un matiz clave: Corea del Norte había prometido que su poderío atómico era disuasorio ante el, a su juicio, inminente ataque de EEUU. "Nunca dispararemos primero", aseguraron. Pero ayer un político norcoreano sugirió la posibilidad "infeliz" de disparar misiles nucleares si no se cumplen sus exigencias: garantías de seguridad para su régimen y un diálogo directo con EEUU. El político añadió que su país desea abandonar las armas nucleares y volver a las conversaciones con Corea del Sur, EEUU, Japón, Rusia y China siempre que Washington "tome las medidas oportunas".

Corea del Norte abandonó en noviembre esas conversaciones por las que iba a desmantelar su programa atómico a cambio de ayudas después de que EEUU bloqueara los bancos con los que operaba su comercio exterior. Washington argumentó que eran usados para el contrabando, la falsificación y la venta de misiles. La petición norcoreana de reuniones bilaterales para levantar esas sanciones siempre ha sido ignorada. En Washington ya hay voces que sugieren que debería aceptarse la propuesta. Pero la Casa Blanca volvió ayer a despreciar la oferta.

EQUILIBRIO CHINO En el Consejo de Seguridad, donde se discuten las sanciones a Pyongyang, Washington difundió un esbozo de resolución que incluye sanciones económicas y diplomáticas. La diplomacia china tiene la difícil tarea de no abandonar a su aliado y de no quedar aislado ante una comunidad internacional escandalizada. Ayer, Pekín no aclaró si se opondrá a las sanciones económicas. Reiteró su condena al test nuclear y aseveró que tendrá "un impacto negativo" en la relación bilateral.