El jordano Abú Musab al Zarqaui y la más poderosa y activa sucursal de Al Qaeda en el mundo, la de Irak, asumieron ayer la autoría del triple atentado suicida del miércoles por la noche en tres hoteles de la capital jordana, Ammán, que costó la vida de 56 personas e hirió a otras 96.

Mientras Zarqaui acusa al rey Abdalá de Jordania de haber convertido su país en el "patio trasero de EEUU", el monarca se comprometió, en un discurso televisado a toda su conmocionada nación, a "cazar" a los responsables de la masacre, y el Gobierno jordano insistió en que este tipo de atrocidades no van a cambiar su política exterior, incluidas sus relaciones con Irak.

A diferencia de atentados en otras partes del mundo como Egipto, Marruecos, Londres o Madrid, el 9-N jordano no fue asumido por una nebulosa más o menos vinculada con Al Qaeda, sino por la actual punta de lanza de la organización de Osama bin Laden. La Organización de Al Qaeda en Mesopotamia --nombre de la rama iraquí de la red terrorista internacional-- siguió el mismo ritual para asumir la autoría del triple atentado que utiliza en Irak: publicó un comunicado en internet.

"DESPOTA JORDANO" Con su habitual retórica, el texto afirma que "un grupo de los mejores leones de la organización" cometieron los atentados suicidas contra los hoteles Radisson, Hyatt y Days Inn porque "el déspota jordano" --en referencia al rey Abdalá-- "los ha convertido en el patio trasero de los enemigos de la fe, los judíos y los cruzados". En un tono muy duro contra el rey --cuyo régimen es uno de los principales objetivos personales de Zarqaui--, Al Qaeda dice que los hoteles son bases para espías y lugares seguros para el Gobierno iraquí.

De esta forma, Zarqaui logra finalmente su objetivo de atentar con dureza en Jordania, único país árabe junto a Egipto que mantiene relaciones diplomáticas con Israel y aliado fiel de EEUU en Oriente Próximo. De hecho, a causa del infierno terrorista en el que Zarqaui ha transformado Irak, Ammán se ha convertido en la base desde la que organizaciones internacionales, gobiernos occidentales y el mismo Ejecutivo iraquí efectúan gran parte de su trabajo en el país ocupado por EEUU.

Así, en la capital jordana trabajan las agencias de la ONU y en sus atracciones turísticas descansa gran parte del personal militar y civil estadounidense destinado en Irak.

De la misma forma que la mayoría de víctimas en los atentados de Al Qaeda en Irak son civiles, gran parte de los muertos en Ammán son jordanos. Hay fallecidos de otras siete nacionalidades --entre ellos, tres chinos y un estadounidense--, pero en el Hyatt murieron tres altos funcionarios palestinos, entre ellos el jefe del espionaje militar.

ESCUELAS CERRADAS La magnitud de la indiscriminada matanza hizo que ayer la población de Ammán reaccionara con una mezcla de consternación y furia contra los atentados. La capital jordana era una ciudad de duelo, con las escuelas y los comercios cerrados y las banderas ondeando a media asta. Pero también estaba Ammán furiosa, y miles de ciudadanos se manifestaron en contra de Zarqaui y a favor del rey Abdalá, insultando a Zarqaui, enarbolando banderas y retratos del monarca y haciendo sonar las bocinas de los coches a su paso por los hoteles Radisson y Hyatt. La policía y el Ejército, además, impusieron grandes medidas de seguridad en los edificios públicos, lo que contribuyó a dar una imagen de una Ammán paralizada.