Un infierno. La campaña terrorista de Al Qaeda alcanzó su paroxismo el sábado con una masacre en el centro turístico egipcio de Sharm el Sheij, un paraíso a orillas del mar Rojo que se transformó en un averno después de que tres suicidas devastasen un mercado, un hotel y un aparcamiento, en los que perecieron 90 personas y otras 200 resultaron heridas.

Dos furgonetas bomba y un terrorista, que hizo volar su maleta explosiva al verse rodeado por policías --21 de los cuales fallecieron en el acto--, sembraron de muerte uno de los más bellos pueblos vacacionales de Oriente Próximo. Entre las víctimas mortales hay al menos nueve turistas extranjeros, incluidos varios británicos y un italiano.

A última hora de ayer seguían sin ser identificados numerosos cadáveres, y muchos de los heridos estaban en situación crítica, pero la Embajada de España en El Cairo subrayó que sólo sufrieron heridas cinco ciudadanos españoles, de los que dos permanecían ayer noche hospitalizados, aunque fuera de peligro.

CIUDAD DE LA PAZ Los terroristas atacaron en esta ocasión un centro neurálgico de la alianza de civilizaciones entre Occidente y el mundo árabe, puesto que Sharm el Sheij ha llegado a ser conocida como la ciudad de la paz por haber albergado fructíferas cumbres palestino-israelís. Además, el presidente egipcio, Hosni Mubarak, reside allí de forma casi permanente desde hace dos años, por lo que se trata de una localidad sometida a máximas medidas de seguridad.

Los especialistas sostienen que el triple atentado tuvo que ser planeado y organizado durante largo tiempo antes de su ejecución --los ataques de Taba requirieron siete meses de preparación--, y quizá sólo coincide casualmente en el tiempo con las dos series de atentados en cadena que han aterrorizado Londres en las últimas dos semanas.

No obstante, un autoproclamado grupo de Al Qaeda también se atribuyó la matanza de Sharm el Sheij, en "venganza por los crímenes cometidos contra los musulmanes". Su nombre (Brigadas Abdulá Azam de la Organización de Al Qaeda en Siria y Egipto) recuerda al autor de El amante de los ángeles , libro de cabecera de los kamikazes que deciden suicidarse en aras de la guerra santa islamista contra Occidente.

"Al Qaeda considera a Egipto como parte integrante de la coalición dirigida por Estados Unidos", recordaba ayer Makram Mohamed Ahmed, editorialista de Al Ahram , el principal diario egipcio. "Tras el asesinato del embajador egipcio en Irak, y el comunicado de Al Qaeda atribuyéndose ese crimen y acusando al régimen egipcio de ´seguir las órdenes de los cruzados´, ha quedado claro que Egipto se ha convertido en un blanco de los terroristas a causa de su política internacional".

Aun así, "hay suficientes motivos locales en Egipto para que una minoría se incline hacia la violencia", explicaba ayer a France Presse Jean-Luc Marret, académico de la Fundación para la Investigación Estratégica de París. "Actúan por sí mismos, aunque no cabe duda de que existe una solidaridad doctrinal con el yihadismo mundial".

Pero las amenazas de Al Qaeda contra todos los países europeos que participan en las operaciones militares en Irak deben tomarse muy en serio, porque la alianza de las desperdigadas células locales de Al Qaeda es más ideológica que operativa. Y "lo más inquietante es la segunda cadena de atentados en Londres, cuando todos los servicios de seguridad están movilizados, superando la red de protección. Quiere decir que hemos llegado a un punto en el que ya no podemos detectar a esos tipos. Hay demasiados", advierte Marret.

ERA BRASILEÑO Fruto de esa desesperación policial, Scotland Yard vivió ayer uno de los peores momentos de su historia, cuando tuvo que admitir que el hombre al que sus agentes acribillaron a quemarropa en un vagón del metro no estaba relacionado de ninguna forma con los atentados terroristas cometidos en Londres. Jean-Charles de Menezes, un electricista brasileño de 26 años que llevaba tres residiendo en Londres, recibió cinco balazos en la nuca, cuando ya había sido derribado y reducido por los agentes que lo perseguían, en aplicación de la operación Kratos que ordena disparar a la cabeza a los sospechosos de ser kamikazes. También Kratos fracasó cuando se enfrentó al dios de la guerra.