Bajo un cielo plomizo más propio del norte de Europa que del azul Mediterráneo de un 11 de abril, las potentes explosiones de tres coches bomba en Argel, con el resultado de 24 muertos y más de 200 heridos, recordaron a los argelinos que la política de reconciliación nacional del presidente Buteflika para acabar con los actos terroristas de los grupos armados islamistas se encuentra en un serio atolladero.

Un coche bomba explotó ayer por la mañana en el aparcamiento del palacio del Gobierno, en pleno corazón de la capital argelina. Otros dos estallaron cerca de la comisaría de policía del barrio de Bab Ezuar.

Un vecino de la comisaría declaró a este diario que la primera fue "peor que un terremoto". El testigo agregó: "El techo se hundió y todos los cristales se rompieron, el edificio se levantó. La segunda explosión me arrojó contra la pared". Los estallidos fueron casi simultáneos.

Los tres coches bomba eran conducidos por terroristas suicidas, cuyas fotos e identidad fueron difundidas posteriormente en una página de internet. Los atentados se los atribuyó casi de inmediato Al Qaeda en el Magreb Islámico, a través de la cadena de televisión Al Jazira. En la llamada, un hombre juró liberar "la tierra del islam, desde Jerusalén hasta Al Andalus".

INTENTO DE DESESTABILIZACION Bajo su nueva apelación, el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), del cabecilla Abdelmalek Drukdal, alias Abú Musab, se aplicaba así en su objetivo de tratar de desestabilizar al régimen argelino e internacionalizar el conflicto.

El primer conductor suicida en Argel, y el único que se recordaba en los corrillos de gente agolpados ante el cordón policial en las calles de los alrededores del palacio del Gobierno, fue el que en 1995 hizo estallar un autobús bomba frente a la sede central de la policía en Argel, que causó cuarenta muertos.

LOS EFECTOS DE LA AMNISTIA Un experimentado abogado penalista que pidió ser identificado solo por sus iniciales, G. A., manifestó: "Es una verdadera lástima que los argelinos nos enteremos de las noticias por las televisiones de los antiguos colonos". El letrado, que bebía un café mientras miraba una cadena de televisión francesa, lamentó "la puesta en libertad de cerca de tres mil individuos con delitos de sangre sin juicios". El penalista cree probable que muchos de ellos, amnistiados tras el referendo que aprobó en el 2005 la Carta por la Reconciliación Nacional, se hayan unido de nuevo a las organizaciones armadas.

El primer ministro, Abdelaziz Beljadem, calificó los atentados de "criminales" y "cobardes". La violencia de la explosión que destrozó la fachada del palacio del Gobierno fue de tal intensidad que hundió los techos de varios despachos del cercano Ministerio de Pesca.

Los atentados del 11 de abril ponen sobre la mesa la papeleta electoral de Al Qaeda para los comicios del 17 de mayo y generan incertidumbre sobre los planes de estabilidad que impulsa el presidente Buteflika. Anoche, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, lo telefoneó para expresarle la solidaridad de España.