“Miren a las políticas, no necesariamente a la persona, porque son las políticas las que importan”. La frase es de Paul Ryan, speaker de la Cámara de Representantes en Estados Unidos, y se la daba a modo de consejo a finales de abril a un joven conservador que aseguraba que nunca podría votar a Donald Trump.

El más alto cargo electo republicano estaba diciendo realmente lo que pensaba. El jueves, dos días después de que el magnate inmobiliario se garantizara ser el candidato a la presidencia tras la retirada de Ted Cruz y John Kasich, Ryan anunció que no está listo para dar su respaldo a Trump.

El speaker hacía oídos sordos a la llamada del Comité Nacional Republicano de unirse tras el nominado de facto y exponía con absoluta claridad el cisma y el dilema que representa la candidatura de Trump para el partido, que se juega en noviembre la presidencia pero también mantener la mayoría en las dos cámaras del Congreso y su base ideológica y de votantes. Pero lo que Ryan hacía, además, era plantear las dudas sobre las credenciales conservadoras de Trump, cuyo programa electoral es tan estrambótico y contradictorio como él, un rompecabezas donde las fichas a menudo están solo vagamente delineadas o parecen de plastilina y, en muchos casos, se alejan de la doctrina republicana.

PROTECCIONISTA EN COMERCIO

Una de las mayores rupturas de Trump con la ortodoxia republicana es en comercio. El candidato ha mostrado su oposición al TTP, el acuerdo negociado por Barack Obama con 11 naciones de Asia y el Pacífico que los republicanos han apoyado en el Congreso. También ha definido como “el peor pacto comercial de la historia” el NAFTA, el acuerdo de libre comercio con México y Canadá que firmó “el esposo de Hillary Clinton” (obviando que fue propuesto por Ronald Reagan y negociado por George H. W. Bush).

En su página web, donde se explican en algo de detalle siete de sus “posiciones” programáticas, una de ellas es la propuesta de reforma de la relación comercial con China, a cuyos bienes propone imponer una tarifa del 45% para su importación a EEUU. Eso sí, en alguna ocasión Trump ha declarado que la tasa es más bien “una amenaza” y “no tiene que ser 45%, podría ser menos”.

Tanto en su oposición a los pactos de libre comercio como en su planteamiento proteccionista de nueva relación con China y en la propuesta de imponer tarifas de importación a empresas estadounidenses que produzcan fuera del país Trump usa el argumento de que están "literalmente vaciando" EEUU de manufactura y empleo.

AISLACIONISTA EN POLÍTICA EXTERIOR

La política exterior es el otro gran tema en que es evidente la ruptura de Trump con la agenda de la mayoría de los líderes republicanos y en el que también queda clara la volatilidad de sus propuestas. En el discurso que ofreció recientemente presentándola, por ejemplo, argumentó que “los países a los que defendemos deben pagar el coste de esta defensa y, si no lo hacen, EEUU debe estar preparado para dejarles que se defiendan solos”, pero justo a continuación criticó a Obama diciendo: “Nuestros amigos empiezan a pensar que no pueden depender de nosotros. Tenemos un presidente al que no le gustan nuestros amigos y que se inclina ante nuestros enemigos”.

La línea de sus propuestas, guiadas por el “América primero”, tiene tintes nacionalistas y aislacionistas y también un claro componente económico. Ha cuestionado desde alianzas tradicionales con socios como Japón o Arabia Saudíhasta la reducción de su aportación a la OTAN o la relación con China.

MENOS IMPUESTOS PARA TODOS

Hay más sintonía del multimillonario empresario con el partido en materia fiscal y la reforma que propone es similar a la de varios candidatos republicanos anteriores. El plan de Trump eliminaría los impuestos para los individuos que ingresan menos de 25.000 dólares o los matrimonios que conjuntamente ganan menos de 50.000 (a quienes la declaración de la renta les llegará con una página extra en blanco para que escriban “I win”, “yo gano”). Para el resto, reduciendo de siete a cuatro los tramos de impuestos, cuyo tope estará en el 25% en lugar del 40% actual.

Asimismo, su propuesta reduce a un máximo del 15% el impuesto para empresas de cualquier tamaño o autónomos, cuyo tope ahora está en el 35%. Asegura que, entre otras cosas, eso desanimará a las “inversiones fiscales” con las que empresas de EEUU se están yendo a países más ventajosos fiscalmente como Irlanda. Además, plantea un impuesto único del 10% para la repatriación de beneficios empresariales obtenidos en el extranjero.

Esta parte de su programa está dominada por la retórica populista y Trump asegura que ayudará a la clase media, pero también representaría una bajada de impuestos importante para los más acaudalados y un análisis del Centro de Política Fiscal asegura que mientras que elevaría los ingresos del 20% más pobre un 3,2%, los beneficios para el 20% más rico subirían un 18,3%. De hecho, el propio Trump decía este jueves que la propuesta inicial era solo un punto de partida para negociar con el Congreso. “No soy necesariamente un gran fan”, declaró al ser preguntado por las ventajas para los ricos.

DEROGACIÓN DE LA REFORMA SANITARIA

Como la inmensa mayoría de los republicanos, Trump ha puesto en la diana la reforma sanitaria de Barack Obama y promete que en su primer día en el Despacho Oval solicitará al Congreso que la derogue, planteando crear en cambio un sistema basado en el libre mercado en el que haya más competitividad para que se amplíe la cobertura y bajen los precios de los seguros.

En cambio, choca con el partido cuando defiende mantener como está el programa de Seguridad Social (y no privatizarlo parcialmente o dar menos prestaciones como pretenden muchos conservadores) o cuando apuesta por mantener Medicaid, el sistema de salud pública para los más pobres, que propone convertir en una beca federal que gestionarían los estados.

Aunque durante las primarias ha seguido la línea republicana de oponerse a la subida del salario mínimo el miércoles se mostró dispuesto a “hacer algo con ello” y estudiar la subida. “Necesitas algo con lo que puedas vivir”, dijo.

Defiende también inversiones en infraestructuras y mejorar las prestaciones para los veteranos y promete que pagará la deuda de EEUU en ocho años, una idea recibida con total escepticismo por los economistas.

DEPORTACIONES , MURO Y VETO A LOS MUSULMANES

El radical y xenofobo discurso con que Trump lanzó su candidatura en junio del año pasado tenía varios de los ingredientes que se han hecho centrales en su campaña: la promesa de deportar a los 11 millones de inmigrantes indocumentados que se calcula que hay en EEUU y construir un muro con México. El candidato rehuye explicar cómo realizaría esa deportación masiva o analizar sus consecuencias humanas y económicas pero sí ha dado detalles de cómo haría pagar a México la construcción del muro, con un plan que incluye la amenaza de suspender las remesas, nuevas tarifas comerciales y cancelación de visas.

Trump, que se aleja también de la doctrina dominante entre un Partido Republicano consciente del peso electoral creciente de los hispanos, propone también dejar de dar la ciudadanía a los hijos de inmigrantes sin papeles nacidos en EEUU y dejar de financiar las ciudades-santuario.

Al plantear su reforma de las leyes de inmigración usa sobre todo razonamientos económicos pero tambien de seguridad. Y este último lo ha llevado al extremo en el caso del terrorismo con su polémica propuesta de vetar la entrada a todos los musulmanes, una idea que no aparece en sus siete “posiciones” pero de la que no se ha retractado.

FAMILIA TRADICIONAL Y DERECHO A LLEVAR ARMAS

Si de algo dudan muchos republicanos es de las credenciales conservadoras en lo social de Trump, que hace solo cuatro años que se registró en el partido, en el pasado defendió el derecho al aborto(aunque ahora se declara “pro-vida”) y recientemente ha hablado a favor de que las personas transgénero usen los baños que quieran.Casado tres veces, dice que apoya el “matrimonio tradicional” pero rara vez habla del tema de los derechos de los gais (que no aparece en su web).

El candidato, no obstante, comulga con muchas ideas del dogma republicano. Es un firme defensor, por ejemplo, del derecho a portar armas y contrario a endurecer las leyes de control y como muchos líderes republicanos rechaza el consenso científico sobre la realidad del cambio climático y su origen en la actividad humana.Llama al cambio climático “un timo total”.