La decisión del presidente de Ecuador, Lucio Gutiérrez, de levantar el efímero estado de sitio en Quito no parece frenar el ímpetu de la protesta social. La movilización popular está marcada por el deseo de hacer realidad la consigna de "que se vayan todos" los que gobiernan el empobrecido país.

Gutiérrez abandonó ayer la capital, epicentro del conflicto, y se trasladó en helicóptero a la costera ciudad de Babahoyo para reunirse con productores bananeros y firmar acuerdos sanitarios. Aunque en su rostro se dibujaba el abatimiento, ante las cámaras de televisión Gutiérrez trató de mostrarse despreocupado por los sucesos que tienen en vilo al país desde el miércoles.

Pero en las calles de Quito la temperatura política es otra. Los analistas coinciden en que la rápida derogación del estado de sitio convenció a los quiteños de que Gutiérrez es un presidente débil. En la madrugada de ayer, centenares de manifestantes se encaminaron hasta el palacio presidencial al grito de "fuera el dictador" donde fueron contenidos por los gases lacrimógenos de la policía. La protesta de Quito amenaza con extenderse a Guayaquil y Cuenca y cada vez gana más adhesiones.