El resultado de la cita que tienen hoy los ciudadanos iranís con las urnas es imprevisible. En esta segunda vuelta de las elecciones presidenciales, los votantes deben elegir entre un clérigo moderado dos veces presidente, Alí Akbar Hachemi Rafsanyani, y un laico ultraconservador, el exalcalde de Teherán, Mahmud Ahmadinayad. El guía espiritual y hombre fuerte del país, Alí Jamenei, no se ha pronunciado abiertamente sobre ninguno de los candidatos, pero de forma no explícita ha dado sus bendiciones al exalcalde.

La diferencia de votos entre los candidatos en la primera vuelta es, oficialmente, inferior a medio millón de sufragios sobre un censo de 47 millones de votantes, y los disidentes del sistema sólo podrán abstenerse. Para asegurarse la confianza de los electores, Rafsanyani, de 70 años, poseedor de una gran fortuna personal de origen dudoso, ha prometido derramar una lluvia de millones para ayudar a los ciudadanos.

El exalcalde ha prometido "cortar las manos de la mafia". Al decir de sus adversarios, los partidarios del exalcalde han comprado votos, cambiado urnas y movilizado a lo más granado del los ultras conservadores.