Los 115 cardenales electores del próximo papa llevan tres días debatiendo el posible programa de gobierno del sucesor de Karol Wojtyla y ya empiezan a perfilarse dos tendencias claramente marcadas y dos grupos (encabezados por Joseph Ratzinger y Dionigi Tettamanzi) que buscan consensos y votos. Los electores que lo desean hablan a los demás sobre estos asuntos, después de haber pedido la palabra por escrito al cardenal Ratzinger, que preside las reuniones por ser el decano, junto con el camarlengo, Eduardo Martínez Somalo. La mayoría de los que han tomado la palabra usan el italiano y pocos el inglés.

Las informaciones que se filtran de las reuniones secretas de los cardenales confirman los pronósticos de la víspera. Según las mismas, Ratzinger ya tiene en el bolsillo entre 40 y 50 votos para la elección se necesitan 77. El ministro de la ortodoxia católica, que muchos consideran como un papable real, está consolidando apoyos en torno a un programa que, por un lado, garantice que el barco no se irá a pique, lo que significaría el mantenimiento de la severidad doctrinal y de la unidad. Por el otro, que se propicien pequeñas reformas, como una descentralización --que algunos denominan democracia interna--, con la introducción de cierta autonomía de los obispos y las iglesias nacionales.

LA CURIA Los aliados de Ratzinger en esa operación consenso son algunos cardenales de la curia, el vicario en Roma, Camillo Ruini, y Giorgio Scola, patriarca de Venecia. Dicho frente neutralizaría la candidatura del cardenal de Milán, Dionigi Tettamanzi, una segunda línea de acción que contabiliza unos 40 apoyos y comprende a los cardenales innovadores o reformistas, popularmente llamados progresistas: el alemán Karl Lehmann, el belga Godfried Danneels, el italiano Carlo Maria Martini y quizá el gran elector de Inglaterra y Gales, Cormac Murphy-O´Connor.

Este grupo apunta a un programa de gobierno que pone el acento en aspectos más innovadores, como que los obispos participen en el gobierno, y se pase cuentas con la modernidad, en avances científicos, la familia y sus transformaciones, y la sexualidad. Danneels subrayó en una rueda de prensa, previa al silencio, la necesidad de que el próximo papa tenga la "independencia que tuvo Wojtyla frente a los poderes políticos y económicos".

ESCONDIDOS Los candidatos reales de cada grupo están por ahora escondidos y ninguno comete la imprudencia de quemarlos antes de tiempo. Ratzinger y Tettamanzi constituyen sólo dos símbolos que pueden convertirse o no en realidad, porque una vez pactado el programa se buscará al candidato que, según sea europeo o no, indicará si las reformas serán fuertes o débiles.

Si George Bush pudiera influir en la elección, apuntaría probablemente a un candidato del Tercer Mundo, porque en el tablero mundial podría resultar más débil. Pero si los cardenales son conscientes de que los problemas de los países pobres se resuelven en las naciones desarrolladas, elegirán a un europeo, probablemente a un italiano. Era la previsión que ayer hacían en la plaza de San Pedro dos miembros de la curia que conversaban con este diario.