Centenares de hombres armados asaltaron ayer la ciudad de Ramadi, a 110 kilómetros al oeste de Bagdad, feudo de la insurgencia, tras atacar con morteros una base militar del Ejército de EEUU y el edificio que alberga las oficinas de la gobernación. Los rebeldes, que colgaron octavillas de Al Qaeda en Irak, permanecieron en las calles del centro cerca de dos horas.

En el momento del asalto, militares estadounidenses mantenían una reunión con jefes tribales de la ciudad en el edificio de Gobernación. Este no sufrió daños, a pesar de que algunas fuentes dijeron que era uno de los objetivos de los asaltantes. "Al Qaeda está tomando el centro de Ramadi", rezaban los panfletos. En otra octavilla, advertían de que "los militantes quemarán a los americanos y los harán volver a casa por la fuerza". EEUU restó importancia a la acción. Pero el hecho de que un grupo tan numeroso de insurgentes lograse colarse en la ciudad muestra la capacidad de los rebeldes.