La capital de Haití se preparaba ayer para hacer frente al ataque de los rebeldes alzados en armas contra el presidente, Jean-Bertrand Aristide, que durante la noche del lunes al martes tomaron la ciudad de Puerto de la Paz, al norte de la costa haitiana, donde se desataron más saqueos e incendios. Aristide pidió a la oposición que ponga fin a la violencia y "comparta las responsabilidades de gobierno". El presidente haitiano clamó por una "urgente presencia internacional que fortalezca la policía".

Mientras el diálogo entre la oposición y Estados Unidos sobre el plan de paz seguía ayer bloqueado, los sublevados, comandados por el excomisario Guy Philippe, consolidaban su control de la mitad norte de Haití con la ocupación de Puerto Príncipe. La capital haitiana se llenó de autobuses volcados, barricadas hechas con viejas neveras o cocinas, neumáticos en llamas y seguidores de Titid con armas largas listos para la batalla.

SACOS TERREROS A la puerta de palacio, un grupo de seguidores de Aristide vociferaba con la mano abierta para señalar los "cinco años" que Aristide debe estar en el poder, hasta el 2006. En el jardín, la guardia del presidente preparaba las ametralladoras tras sacos terreros.

La mayoría de los 80 españoles que se encuentran en el país se dirigirá a primera hora de hoy al aeropuerto, bajo la protección de los marines estadounidenses, para embarcar en un avión fletado por el Gobierno español.

La deserción llegó a las filas oficialistas y salieron del país el ministro de Asuntos Sociales y exdirector general de la policía, Jean-Claude Jean-Baptiste, y el exsenador Pierre Sonson Prince, antiguo seguidor de Aristide que se pasó a la oposición.

Mientras, el presidente francés, Jacques Chirac, pidió a la Unión Europea que se sume a los intentos de pacificación y envíe ayuda humanitaria y observadores que velen por los derechos humanos.