El atentado terrorista contra la sede del Gobierno prorruso de Grozni es un nuevo y sangriento mensaje al presidente ruso, Vladimir Putin, para hacerle negociar con los líderes separatistas, agrupados en torno al presidente checheno en el exilio, Aslan Masjadov. Así de clara fue ayer la opinión de la mayoría de los expertos rusos.

Pero sin embargo, es poco probable que el Kremlin acepte la nueva "invitación" a negociar hecha por el entorno de Masjadov. Tras la toma del Teatro Dubrovka de Moscú por el comando checheno de Movsar Barayev el pasado octubre, que se saldó con la muerte de 129 rehenes en el asalto de las fuerzas rusas, el Kremlin descartó toda negociación con los independentistas y acusó a Masjadov del secuestro.

Moscú ha recrudecido el régimen militar en la república rebelde y ha acelerado la formación de nuevos órganos de poder. Según el plan de Putin, los chechenos votarán en el 2003 una nueva Constitución y elegirán luego a un presidente.

"Lo que pretende Masjadov y su entorno con los últimos atentados es forzar a Putin a introducir el estado de excepción en Chechenia y suspender el proceso constitucional. Si no hay elecciones en Chechenia en el 2003, el Kremlin y los separatistas seguirán siendo las dos fuerzas principales en el conflicto", dijo a este diario Aslanbek Aslajanov, diputado checheno en la Duma.

VENGANZA EN FRANCIA

Por otra parte, los presuntos islamistas detenidos en Francia el 16 de diciembre pertenecían a una "red chechena" y se disponían a atentar "contra intereses rusos y especialmente la Embajada de Rusia en París", indicó ayer el Gobierno francés. Y añadió que los detenidos pretendían, entre otras cosas, vengar la muerte del comando que tomó el Dubrovka.