Los funcionarios de los 300 distritos electorales de México empezaron ayer el recuento definitivo de los votos del pasado domingo, para poder anunciar cuanto antes el vencedor de la elección presidencial. Con el 42,79% de las actas escrutadas, el candidato izquierdista, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), disponía de una ventaja de un 2,62% sobre su rival conservador, Felipe Calderón. Sin embargo, el Instituto Federal Electoral (IFE) subrayó que, con este porcentaje de votos, no es posible aún afirmar que hay una tendencia definitiva.

Calderón seguía mostrándose seguro de que el cómputo acabará por "refrendar los resultados provisionales". Por su parte, AMLO advirtió de la posible "manipulación", pidió una "revisión minuciosa" de los votos, afirmó que está en juego "la estabilidad política del país" y llamó a sus seguidores a "defender de manera pacífica y responsable el voto y la voluntad popular".

Antes de conocerse estos datos parciales, miles de personas rodearon las sedes del Instituto Federal Electoral (IFE), primero en la capital y en Macuspana, la localidad del estado de Tabasco donde nació AMLO, y enseguida en el resto de los distritos. La palabra "fraude" se iba extendiendo, más aún tras la aparición de diverso material electoral en un vertedero de Nezahualcóyotl, un gran barrio pobre en el este de la ciudad de México.

Los dos millones y medio de papeletas que el IFE apartó durante el escrutinio provisional en un "archivo de inconsistencias" empezaron por disminuir en 0,6 puntos la ventaja inicial de Calderón. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) señaló que "los resultados provisionales fueron obra del fantasma de Hildebrando", la empresa del cuñado incómodo de Calderón, que elaboró un programa cibernético electoral. López Obrador exigió que el recuento oficial venga a "darle certeza y transparencia al proceso". México seguía ayer en ascuas.