No hay peor infamia que aprovecharse de un niño. En Birmania, como se temía, los traficantes de personas han comenzado a hacer negocio con la venta de menores afectados por el ciclón Nargis , que dejó a más de 2.000 niños huérfanos, además de causar la muerte a al menos 134.000 personas. Tres semanas después, una docena de niños y niñas han sido rescatados de los traficantes por la oenegé Asian Tribal Ministries.

"Los traficantes han pagado una miseria por cada niño. En varios casos no han desembolsado más de 100 dólares poco más de 60 euros", denunció a este diario el misionero australiano Ben Grasby, de confesión baptista. Su iglesia, a través del proyecto Children of the Border, financia dos orfanatos que actualmente acogen en Tailandia a un centenar de menores birmanos.

Según el religioso, la tragedia en Birmania es "monumental", y los niños sufren la peor parte. Algunos son secuestrados por adultos que, empujados por el hambre y por la falta de escrúpulos, los venden a los traficantes por una cantidad irrisoria.

PROSTITUCION En esa fase del tráfico es en la que actúan los representantes de esta entidad humanitaria. Grasby desvela: "Si nos enteramos, ofrecemos más dinero que el traficante y, si llegamos tarde, le compramos el niño al propio traficante. El caso es que no llegue a las redes de prostitución de Tailandia".

La responsable de uno de los centros, la estadounidense P. Lana, de origen mexicano, agrega: "Si caen en la explotación sexual, las cosas se complican, ya que los proxenetas no los sueltan fácilmente. En muchos casos, piden un elevado rescate. Pese a todo, hemos conseguido rescatar a unos cuantos". La directora subraya que pagan generosamente las informaciones de prostitutas y chaperos para localizar a los menores que son explotados en Pat Pon, en Bangkok, y también en Pataya, Puket y otros puntos de Tailandia.

CLIENTELA OCCIDENTAL Recalca que la mayoría de los clientes de esas criaturas son "respetables" ciudadanos europeos, estadounidenses y australianos. Pese a que la legislación tailandesa condena los abusos a menores, en la práctica es bastante fácil llegar hasta alguno de ellos. "Son ofrecidos en la trastienda de los prostíbulos o a través de proxenetas", asegura Lana.

Children of the Border, tras rescatar a los niños, trata de buscar a algún familiar que se haga cargo de ellos. Pero, en las actuales circunstancias, en el sur de Birmania esta tarea resulta casi imposible. La organización aguardará unos meses antes de iniciar los trámites para que puedan ser adoptados.

La responsable de protección infantil de Unicef en Birmania, Anne-Claire Dufay, también ha dado la voz de alarma sobre el riesgo que corren los huérfanos del Nargis . El organismo de la ONU es partidario de que el Gobierno birmano facilite la adopción temporal de esos niños a familias de su entorno. No obstante, la Junta piensa construir orfanatos en Labutta y Pyapon, dos de las zonas más afectadas del delta del Irauadi, donde viven la mayor parte de los 2,4 millones de desamparados. Uno de los pocos aspectos positivos de los 46 años de dictadura militar ha sido la protección de los niños frente a las redes de tráfico, reconocida por el propio Unicef.

En Labutta, 282 niños han sido ya apartados de sus familiares, y de ellos 50 no tienen familia conocida. Su historia se repite en todo el delta, donde --como con el tsunami del 2004-- los niños fueron un número desproporcionado de los muertos porque no pudieron trepar a árboles o edificios. La ONU y las oenegés estiman que pueden ser más del 40% de las víctimas. En el país, la tasa de mortalidad infantil --76 de cada 1.000 nacimientos-- es de las más altas de Asia.