Para un régimen que goza del privilegio de usar la televisión para falsificar la realidad, inventar acusaciones contra periodistas es fácil. Iason Athanasiades, un ciudadano grecobritánico que colabora con el periódico The Washington Times , y Maziar Bahari, un canadienseiraní que trabaja para la revista Newsweek , son los dos miembros de la prensa extranjera acreditada que han sido detenidos acusados de espionaje. Pero hay otros de cuyo arresto presumió la policía, sin dar los nombres.

En el caso de la prensa local, se estima que hay al menos 35 profesionales presos, de los que la mitad provienen de un solo medio de comunicación: el Kalameh Sabz , el periódico del excandidato presidencial Mirhusein Musavi. Contra este grupo en particular, la acusación es que su redacción constituía el "cuartel general de los motines", desde donde supuestamente se planeaban las acciones de sabotaje "con participación extranjera".

El Gobierno iraní logró que hacer periodismo en la calle fuera algo peligroso. No solo era necesario eludir la vigilancia de la policía y la amenaza de recibir una paliza por parte de las milicias basij , sino que la televisión convenció a muchas personas de que la prensa extranjera --y cualquier persona que captara imágenes-- eran parte de una conspiración para destruir Irán.

VANDALOS TELEDIRIGIDOS La semana pasada, los informativos de la televisión presentaron un desfile de supuestos "alborotadores" que aseguraban haberse convertido en vándalos porque los canales extranjeros los habían convencido de ello. Además, después de ocultar la muerte de Neda, cuyas imágenes han dado la vuelta al mundo a través de YouTube, las autoridades acusaron al corresponsal de la cadena pública británica BBC, recientemente expulsado del país, de haber pagado a criminales para que mataran a la chica y así poder grabarlo en vídeo y difamar a Irán.