Los ciudadanos británicos descubrieron ayer que el primer ministro, Gordon Brown --cuyo desorden no es desconocido--, tiene un inesperado entusiasmo por la pulcritud, ya que en el 2005 reclamó al erario público casi 5.000 libras (más de 6.300 euros) en concepto de limpieza. También se enteraron de que su antecesor, Tony Blair, pidió en el 2004 las 116 libras (146 euros) que vale el impuesto sobre la televisión. La publicación de las expensas de algunos diputados ha contribuido al clamor de parte de la prensa que cree que el régimen de gastos de los parlamentarios pagados con dinero público está abierto al abuso.

Estas revelaciones no exponen ninguna ilegalidad, tan solo la variedad de conceptos por los que los diputados reclaman sus gastos. Sin embargo, la presión para modificar el sistema ha arreciado en los últimos meses, y tanto Brown como el líder de la oposición conservadora, David Cameron, se han mostrado partidarios de revisarlo para dotarlo de más transparencia y rigor.

Los parlamentarios que representan a una circunscripción de fuera de Londres disponen de un fondo anual de hasta 23.000 libras (cerca de 30.000 euros) para cubrir gastos, entre los que se incluye el alquiler o la hipoteca de una segunda vivienda en la capital, así como el mobiliario y las reformas. El presidente de la Cámara de los Comunes, Michael Martin, reveló el viernes por primera vez los detalles de los ejercicios 2003-04 y 2005-06 de 12 destacados diputados, tras una batalla de tres años para conocer estos datos impulsada por activistas que se apoyan en la ley para la libertad de información y por la cadena estatal BBC.

Hasta hace bien poco, no se sabía a ciencia cierta qué podían incluir los parlamentarios como gastos ni en qué cantidad. De hecho, ni ellos mismos lo sabían: sometían sus gastos y eran aprobados o no.