El discurso de Theresa May en Florencia fue un punto de inflexión que ha permitido insuflar aire nuevo a las negociaciones del brexit, pero no tanto como para que los Veintisiete den su brazo a torcer. No hay «progresos suficientes» en los tres asuntos clave de la primera fase del divorcio -derechos de los ciudadanos, frontera con Irlanda y factura de salida- y los líderes de la Unión Europea (UE) constatarán hoy que no es posible empezar a hablar ni de la futura relación comercial ni del acuerdo transitorio que pide Londres.

«Desbloqueó las conversaciones. Hasta entonces muchos colegas temían que nos dirigíamos a un escenario de no acuerdo. Pero desde entonces la sensación es de que negociamos de buena fe y de que el acuerdo es posible», asegura un alto cargo europeo sobre el cambio de tono que han percibido en las últimas semanas. «Ha habido progresos, pero no los suficientes», insiste. El resultado es que hoy la primera ministra británica recibirá malas noticias durante la reunión de líderes a 27.

El guiño de May de última hora, prometiendo facilitar la estancia de los tres millones de ciudadanos comunitarios que ya residen en el país, no servirá para evitar lo inevitable: el suspenso en este primer examen del brexit. «No puedo ser más clara: los ciudadanos de la UE que hoy residen legalmente en el Reino Unido podrán quedarse», explicó en la carta remitida a Bruselas para contar a los Veintisiete su reflexión sobre las negociaciones. «A lo largo de este proceso he dejado claro que los derechos de los ciudadanos son mi principal prioridad y sé que los demás dirigentes (europeos) tienen el mismo objetivo», añadió.

El mismo objetivo sí, pero no el único, le han recordado varios de sus colegas. «Para nosotros es muy importante que las tres cuestiones se resuelvan al mismo tiempo y no es el caso. Espero que podamos decidir sobre la segunda fase en diciembre, pero hoy no estamos en disposición de ello», dijo el primer ministro finlandés, Juha Sippilä, a su llegada al Consejo Europeo, frustrado con los escasos avances.

Y lo mismo el holandés Mark Rutte, quien, al igual que el irlandés Leo Varadkar, instó a May a ser más clara en sus compromisos. «Le telefoneé la pasada semana e intenté animarla a que lo hiciera, pero hasta ahora no lo ha hecho», lamentó, admitiendo que el principal problema se llama dinero. «Los derechos de los ciudadanos y los controles fronterizos son cuestiones difíciles» pero «la factura de salida será el principal punto», aseguró.

La premier británica dijo en Florencia que se respetarían los compromisos financieros asumidos por el Reino Unido y se mostró dispuesta a pagar 20.000 millones. Desde entonces no ha dado nuevas indicaciones. Y la cifra está a años luz de las estimaciones de Bruselas, que ha fijado la factura entre 60.000 y 100.000 millones.

El 19 y el 20 de octubre estaban marcados en el calendario de las negociaciones como fechas clave para cerrar un pacto sobre los tres grandes elementos de la separación. El artículo 50 del Tratado de Lisboa establece que hay dos años para negociar el acuerdo de salida -desde la activación del procedimiento-, lo que significa que el 29 de marzo del 2019 el Reino Unido se convertirá en un tercer país haya acuerdo o no.

La nueva reválida ahora será en la cumbre de diciembre. Los Veintisiete confían en lograr para entonces avances y en señal de buena voluntad ofrecerán un pequeño gesto a Londres. Si no hay cambios de última hora, encargarán a Barnier y a los ministros de asuntos europeos que empiecen a preparar internamente las discusiones para un eventual acuerdo transitorio.