El conservador David Cameron, de 43 años, se convirtió ayer en el primer ministro más joven que tiene el Reino Unido desde 1812. El encargo que formalmente le hizo anoche la reina para formar gobierno pone fin a trece años de laborismo y abre una nueva era en la vida política del país. Pero los conservadores no llegan al poder solos. Cameron ha tenido que ceder y resignarse a compartir un Gobierno de coalición con Nick Clegg y los liberaldemócratas, después de unas largas y crispadas negociaciones. "Nuestro país tiene un Parlamento colgado, en el que ningún partido posee la mayoría absoluta. Tenemos unos problemas profundos y urgentes, un enorme déficit, profundos problemas sociales y un sistema político que necesita una reforma. Por eso, he decidido formar un Gobierno de coalición, propio y pleno entre conservadores y liberaldemócratas", declaró Cameron en su primera alocución, a las puertas de Downing Street, su nueva residencia oficial.

Los liberales podrían llegar a tener hasta seis carteras en el nuevo Gabinete, incluida la de Educación para David Laws, que ha formado parte del equipo negociador; y la de Defensa para el veterano Pady Ashdown. El conservador George Osborne será el ministro de Finanzas y William Hague se pondrá al frente del Ministerio de Exteriores. Hoy se conocerá la formación completa del Gobierno y las cesiones que Cameron ha debido hacer a Clegg para cerrar el acuerdo.

RENUNCIA DE BROWN El líder conservador aún no había sellado la alianza, cuando tuvo que acudir al palacio de Buckingham. Gordon Brown había precipitado los acontecimientos, cuando a las siete y veinte minutos de la tarde, en una declaración al país, presentaba su renuncia como primer ministro. Brown anunció "con carácter inmediato" su despedida como líder del partido laborista y su intención, según fuentes próximas a su entorno, es abandonar el escaño y dejar la política.

El traspaso de poderes se realizó después de cinco días turbulentos, dominados por los intentos de laboristas, liberales y conservadores de formar un Ejecutivo estable, al no haber alcanzado ningún partido la mayoría absoluta en las elecciones del pasado 6 de mayo. El futuro Gobierno necesitaba 326 escaños para conseguir dominar la Cámara de los Comunes. La coalición entre conservadores y liberales sobrepasa holgadamente ese límite, con 363 diputados, lo que garantiza cierta estabilidad en los próximos meses y años. El Reino Unido no ha tenido una coalición de Gobierno desde 1974 y, para algunos miembros de ambos partidos, podría ser una solución demasiado difícil de digerir.

El acuerdo se alcanzó después de una nueva jornada de idas y venidas, y de un último intento de los laboristas de pactar una alianza que les permitiera retener el poder. A primera hora de la mañana, la comisión negociadora nombrada por Brown y encabezada por el ministro de comercio, Peter Mandelson, volvió a reunirse con los liberales. El encuentro fue un fracaso. Fuentes liberales confesaban estar sorprendidas por el tono gélido e inflexible de los laboristas. Importantes personalidades del partido saliente, como el ministro de Justicia Jack Straw, o el exministro David Blunkett, habían rechazado rotundamente la idea de una alianza. Mientras conservadores y liberales seguían negociando a lo largo de la tarde, Brown esperaba la confirmación oficial de un acuerdo para ir a presentar la renuncia a la reina, junto a su esposa y un grupo de colaboradores próximos.